_
_
_
_
Reportaje:

Nombres propios para el pospujolismo

Maragall coloca en el número dos de su lista a una representante de la Cataluña andaluza, Manuela de Madre

Enric Company

La ausencia de Jordi Pujol como candidato en las elecciones al Parlamento catalán del 16 de noviembre es la gran novedad de esta cita con las urnas, pero no la única. En las listas elaboradas por los cinco partidos con representación parlamentaria hay otras también muy significativas. Hay cambios de bando, ascensiones inusitadas, destinos forzosos, reapariciones: Pere Esteve, Manuela de Madre, Mohamed Chaib, Josep Piqué, Jordi Miralles y Artur Mas son algunos de los más destacados.

La de Pere Esteve es la novedad más espectacular. Hasta hace muy poco, 2001, Esteve fue nada menos que secretario general de Convergència Democràtica (CDC), el partido de Pujol. Ahora ocupa el tercer puesto en la lista de Esquerra Republicana (ERC), encabezada por Josep Lluís Carod. Este salto de uno a otro partido es a la vez fruto y expresión del disgusto producido en algunos sectores nacionalistas por la alianza de CiU con el PP y explica de dónde viene por lo menos buena parte del aumento en la expectativa de voto que los sondeos preelectorales atribuyen a los republicanos.

Pere Esteve, ex secretario general de Convergència, ha dado el salto a la lista de ERC
Piqué será el primer ex ministro que se siente como diputado en el Parlamento catalán
Más información
Zapatero: "El PP ha actuado sin escrúpulos para controlar el poder"

La aparición de una andaluza, Manuela de Madre, en el segundo puesto de la lista socialista, encabezada por Pasqual Maragall, es también una novedad que en este caso trasciende los méritos de la personalidad elegida. En 1999, el número dos de Maragall fue el entonces alcalde de Girona, Joaquim Nadal. Ocupar ese puesto significaba en aquella ocasión que, en caso de victoria, Nadal sería también el segundo en la jerarquía del Gobierno que formara Maragall.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Ahora el número dos representa otra cosa. El cambio introducido por Maragall expresa el reconocimiento del peso electoral de los catalanoandaluces. Así como en Estados Unidos hay italoamericanos, afroamericanos, hispanos, etcétera, y en las elecciones los candidatos buscan formas de acercarse a ellos como colectivos, en Cataluña hay un grueso contingente de catalanoandaluces, los que antaño eran denominados los "otros catalanes". Y esta vez Maragall, un muy genuino exponente de las clases medias liberales y catalanistas, ha querido colocar en un puesto significativo de su candidatura a un exponente no menos genuino de la Cataluña mestiza, andaluza. La que puebla los extrarradios de Barcelona, Tarragona, Sabadell, etcétera.

No es, desde luego, la primera vez que hay catalanoandaluces en las candidaturas. Manuela de Madre ocupó ya la tercera plaza del PSC en las autonómicas de l999. Todos los partidos los han incluido, en distinta medida, salvo ERC. El origen andaluz tiene tal peso demográfico en Cataluña que en las primeras elecciones autonómicas, las de 1980, la izquierda catalana tuvo que competir con el Partido Socialista de Andalucía, que obtuvo 72.000 votos y dos diputados.

Ahora los inmigrantes en Cataluña, como en toda Europa, son africanos, latinoamericanos, eslavos y asiáticos. Muchos de ellos, sobre todo los latinoamericanos, tienen doble nacionalidad y pueden votar. También para ellos hay un reconocimiento en las listas de Maragall. Mohamed Chaib, un magrebí residente en Cataluña desde su infancia y afiliado al PSC, tiene un puesto de elección segura en la lista socialista. Es presidente de Ibn Batuta, una asociación cultural dedicada a la integración de los inmigrantes del norte de África. En la organización maragallista de Ciutadans pel Canvi, Chaib preside una plataforma denominada Apertura Intercultural.

La designación de un ex ministro, Josep Piqué, en la cabecera de la lista del PP para estas elecciones es una prueba de que Aznar quiere jugar fuerte en Cataluña. Como hizo con Jaume Matas en Baleares, con Jaime Mayor en el País Vasco y con Javier Arenas en Andalucía. Pero será la primera vez que un ex ministro se siente en los bancos del Parlamento catalán. Piqué aspira a mantener para el PP la condición de socio imprescindible de CiU que ha tenido en esta legislatura para formar la mayoría de derechas, ese 68 contra 67 que le ha valido cuatro años más a Pujol. Y ya ha dicho que quiere entrar en el Gobierno catalán.

Los saltos de Piqué en la política no son de ahora, pero son más espectaculares que el dado por Pere Esteve al abandonar a Pujol por Carod. De la mano de Esquerra Republicana, Piqué fue director general en un Gobierno de Pujol, que entre 1984 y 1987 formó coalición con los independentistas. En los años de estudiante, Piqué vivió sus primeras lides políticas con los comunistas del PSUC. Cuando en 1999 se afilió al PP, no ocultaba su rechazo hacia el discurso antinacionalista del entonces presidente regional de este partido en Cataluña, Aleix Vidal-Quadras. Ahora ambos afirman que sostienen las mismas posiciones.

Con el objetivo simétricamente opuesto al de Piqué, es decir, el de convertirse en elemento imprescindible para una mayoría y un Gobierno de izquierdas, el presidente de Iniciativa Verds (ICV), Joan Saura, que encabeza esta vez la lista de su partido, que en 1999 abría Rafael Ribó, ha incluido una novedad importante respecto a hace cuatro años. El tercer puesto en su lista por Barcelona ha sido atribuido a Jordi Miralles, que es el coordinador general de Esquerra Unida i Alternativa (EUiA), el referente de Izquierda Unida (IU) en Cataluña.

La coalición de los ecosocialistas de ICV con EUiA, de la que es fruto esta presencia de Miralles, supone la superación de una división que en las elecciones de hace cuatro años tuvo una importancia decisiva para la derrota conjunta de la izquierda en Cataluña. Izquierda Unida concurrió en aquella ocasión a las elecciones catalanas por su cuenta, separada de ICV. Julio Anguita y sus seguidores estaban convencidos de que aportaban el componente mayoritario al electorado de los herederos del PSUC y de que podrían hacerse con su espacio político y dejar como extraparlamentaria a ICV.

Resultó una apuesta suicida. Ocurrió lo contrario. Los anguitistas obtuvieron el 1,2% de los votos, 44.500 papeletas, y quedaron fuera de la Cámara. Pero la falta de estos votos resultó decisiva para que la izquierda no alcanzara ese diputado de más que le hubiera dado la mayoría en el Parlamento catalán. A eso se refería Rafael Ribó, presidente del actual grupo parlamentario de ICV, cuando con pesar le recordó a Pujol en uno de los debates de esta legislatura que el viejo líder de la derecha nacionalista le debía sus últimos cuatro años de presidente nada menos que a Julio Anguita.

El otro nombre destacado de estas elecciones es, claro está, el de Artur Mas, el candidato que, retirado Pujol, ocupa su puesto en la lista de Convergència i Unió. Mas contó con el entorno familiar de Pujol para imponerse al otro aspirante a la sucesión del líder nacionalista, Josep Antoni Duran Lleida. Ése ha sido su capital. A menudo ha sido definido como un producto de mercadotecnia política, y el masivo lanzamiento publicitario de que está siendo objeto por el Gobierno catalán ha reforzado esta imagen. Basta señalar que el presupuesto de la Generalitat para publicidad se disparó en 2002 hasta la astronómica cifra de 30,5 millones de euros (5.075 millones de pesetas) y que el de 2003 no se queda corto.

De izquierda a derecha y de arriba abajo, Manuela de Madre, Pere Esteve, Artur Mas, Mohammed Chaib, Jordi Miralles y Josep Piqué.
De izquierda a derecha y de arriba abajo, Manuela de Madre, Pere Esteve, Artur Mas, Mohammed Chaib, Jordi Miralles y Josep Piqué.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_