La Bolsa de Nueva York prepara reformas tras la salida de Grasso
El sustituto temporal estudia nuevas normas de buen gobierno
Richard Grasso no asistió ayer al tradicional toque de campana que abrió la sesión de la Bolsa de Nueva York, que presidía desde 1995. Su dimisión por el escándalo de su sueldo inicia una nueva etapa de cambios e incertidumbres en el corazón financiero de EE UU. Su sustituto provisional, Carl McCall, anunció reformas relacionadas con el buen gobierno empresarial. Lejos de resentirse, el Dow Jones ganó el 1,19% al cierre de la sesión.
Grasso no tiene todavía sustituto. Carl McCall, director del Comité de Compensaciones, el mismo que le otorgó los sustanciosos premios, actuará de responsable interino. Robert Birtz y Catherine Kinney, dos ayudantes de Grasso, se harán cargo de las operaciones diarias. El consejo de gobierno de la Bolsa tanteó nombrar a Larry Sonsini, uno de sus miembros, un famoso abogado de negocios de San Francisco. Pero Sonsini, tras dudarlo unas horas, finalmente declinó la oferta. También han aparecido como candidatos Warren Buffet y Robert Rubin.
McCall anunció ayer en un comunicado su intención de reformar las normas de buen gobierno de la institución. En las próximas semanas se darán a conocer las conclusiones del grupo de trabajo que se creó especialmente para cambiar el funcionamiento del NYSE, que actúa a la vez como mercado y órgano regulador y está gobernado por la misma élite financiera que debe controlar.
Entre las novedades podrían figurar una mayor independencia del consejo y modificaciones en la elección de sus miembros. El diario New York Post publicó que se podrían incluir inversores y accionistas individuales en el órgano directivo. El consejo tiene previsto reunirse el día 29.
En una tensísima reunión, celebrada el miércoles tras el cierre de la Bolsa, el consejo de gobierno acordó por 13 votos a favor y 7 en contra forzar la dimisión de Grasso, su presidente desde 1995 y que el pasado junio había vuelto a renovar su mandato hasta el 2007. El día anterior, los mayores fondos de pensiones del país, Calpers y Calters de California, más los de los estados de Carolina del Norte, Iowa y Nueva York, habían pedido la cabeza de Grasso.
El director del NYSE luchó hasta el último minuto. Se pasó la tarde llamando a sus valedores en el NYSE. Todos le recomendaron lo mismo: marcharse. Entre los que apoyaron su dimisión figuraban los presidentes de Goldman Sachs, JP Morgan Chase y uno de los últimos fichajes del NYSE, la ex secretaria de Estado, Madeleine Albright. Grasso anunció luego que había aceptado la decisión "con gran reticencia".
El pasado 27 de agosto, la Bolsa hizo público que Grasso cobraría este año 140 millones de dólares, cantidades acumuladas en varias cuentas de ahorro, pensiones de jubilación y otras retribuciones a largo plazo, devengadas por el presidente de la Bolsa a lo largo de las últimas tres décadas, y otros 48 millones de dólares en beneficios a los que tuvo que renunciar. Con su marcha, termina una época de Wall Street. Muchos en el veterano parqué neoyorquino reconocían ayer, sin embargo, que ha sido el mejor de sus directores.
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