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Los islamistas emergen como una gran fuerza política en las ciudades de Marruecos

El Gobierno marroquí trata de disimular el avance de los islamistas en los comicios locales

Por mucho que se empeñen sus autoridades en disimularlo, Marruecos es islamista o, por lo menos, el país útil y urbano se inclina por la formación que ha hecho de la religión el eje de su doctrina: el Partido de la Justicia y del Desarrollo. El PJD se convirtió en los comicios municipales del pasado viernes en la segunda fuerza electoral urbana pese a que sólo había presentado candidatos en la mitad de las circunscripciones de las grandes ciudades y en los dos tercios de las pequeñas y medianas. Si hubiese competido en todo el territorio, hoy sería el partido más votado de Marruecos.

"Son los islamistas los que han ganado de dos maneras: los resultados [del PJD] y la abstención", afirma Mohamed Darif, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Mohamedia. La participación fue, oficialmente, del 54%. Tolerado pero no legalizado, el otro gran movimiento islamista, Justicia y Caridad -liderado por el jeque Abdesalán Yasín-, preconizaba con discreción el boicoteo de las urnas.

"El Istiqlal, los socialistas y el RNI, principales vencedores de las municipales", titulaba el diario Le Matin. "El PJD se hunde", aseguraba en portada L

'Economiste. La prensa, tanto la oficialista como la privada, se esforzaba, sin embargo, a principios de semana, en esconder el éxito islamista, en consonancia con los discursos oficiales.

Esos esfuerzos vienen de lejos. Para evitar una marea verde en las urnas, previsible tras el espectacular avance del PJD en las elecciones legislativas del año pasado, los comicios municipales fueron aplazados de junio a septiembre. Se trataba, según dio a entender Ismael Alaui, que capitanea a los ex comunistas, de que la guerra de Irak no influyese en los votantes.

Los atentados de Casablanca, en mayo pasado, brindaron a sus adversarios la oportunidad de hacer una amalgama entre el PJD y los kamizakes que murieron volando, entre otros, locales pertenecientes a la comunidad judía. Los islamistas les habían puesto en bandeja estas acusaciones al asimilar, a veces, en sus publicaciones a sionistas y judíos.

Alarma social

Dos meses después, el Ministerio del Interior convenció al PJD de que redujese su participación electoral para no crear alarma social dentro y fuera de Marruecos. Abdelila Benkiran, dirigente islamista, reconoció públicamente estos contactos. Otros correligionarios suyos admitieron, en privado, haber sido invitados a autorregularse. El partido aceptó el envite, excepto sus secciones de Tánger y Agadir, que optaron por no concurrir a las municipales.

"A pesar de la campaña injusta tras los atentados (...), a pesar del número de candidaturas limitado al 20% [incluyendo las circunscripciones rurales], a pesar de los obstáculos sistemáticos puestos al partido, el resultado del PJD es significativo", escribía At Tajdid, su órgano. "Se trata de una victoria histórica" porque en 30 grandes circunscripciones urbanas se situó en cabeza, aunque en ninguna logró la mayoría absoluta. Obtuvo en las ciudades 386 concejales, 12 menos que el Istiqlal y tres más que los socialistas.

Más aún que en Kenitra, Tetuán, Meknes o Beni Mellal, el éxito de PJD es llamativo en Casablanca, capital económica de Marruecos, cuya población ronda los cuatro millones. Los candidatos islamistas compitieron sólo en ocho de sus 16 distritos y conquistaron 16 concejalías, tres menos que el Istiqlal y uno menos que los socialistas que, sin embargo, presentaron candidatos en toda la ciudad. En el campo, el PJD cosechó, en cambio, pocos votos.

La penetración del PJD se puede incluso medir, según Darif, allí donde estuvieron ausentes. "La victoria del Istiqlal", el partido que más sufragios cosechó en todo el país, "sólo se explica porque parte de los simpatizantes del PJD le votaron allí donde no concurría su partido", sostiene el profesor.

Los islamistas no ven con malos ojos a los nacionalistas del Istiqlal y, sobre todo, tienen mucha tirria a los socialistas. Éstos son los que más perdieron el viernes en las urnas.

El jeque Yasín.
El jeque Yasín.EPA

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