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Análisis:COPA DEL REY
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Monumento a la incompetencia

Santiago Segurola

La capacidad del fútbol español para meterse en problemas no tiene límites. En un nuevo ejemplo de incoherencia y capacidad autodestructiva, la Federación Española ha decidido que la primera eliminatoria de la Copa del Rey se dispute el 8 de octubre, es decir, en la semana en que las selecciones de media Europa juegan partidos cruciales para la clasificación para el Europeo de 2004. También juegan amistosos las de Argentina, Brasil y Uruguay, que cuentan con una nutrida representación de futbolistas en la Liga española. Eso significa que una buena parte de los mejores jugadores españoles y extranjeros no podrán atender al compromiso de la Copa. A la amplia nómina de ausentes se añadirán los jugadores de las selecciones sub 21, también enfrascadas en las fases clasificatorias para el Campeonato de Europa y los Juegos Olímpicos.

Está claro que la federación se ha pegado un tiro en el pie. De un tiempo a esta parte, casi todas sus actuaciones son tan nefastas que obligan a pensar en un proceso de putrefacción. No hay ni empuje ni ideas. La parálisis es manifiesta. Los errores se multiplican en todos los ámbitos: un año después de la detección del positivo de Gurpegi, el jugador del Athletic sigue jugando en todas las competiciones; casi un año después de los incidentes que determinaron el cierre del Camp Nou por dos partidos, la sanción sigue sin cumplirse; la selección cambió un partido amistoso frente a México en Nueva York (20 de agosto) por una pachanga entre los convocados por Iñaki Sáez; la designación de Elche como escenario del decisivo encuentro con Ucrania no estuvo acompañada por el rigor para supervisar el estado del césped: su penosa situación obligó a unos acelerados arreglos que impidieron, por orden federativa, disputar al Elche el primer partido de la Liga.

En el colmo de la incompetencia, y como no encuentra suficientes fuegos que apagar, la federación se enfrenta ahora a sí misma. Al fin y al cabo, es el organismo que tiene bajo su amparo las competiciones oficiales de la selección y la Copa. Es todo su trabajo y lo hace mal. Los grandes clubes miran cada vez con más desgana a la Copa, torneo que suele traerles malas taquillas, complicaciones en el superpoblado calendario, viajes incómodos y escasos beneficios deportivos. De la Copa quedan en la memoria las eliminaciones de los equipos de la Primera División frente a rivales de la Segunda B. Eso lo asumen los grandes clubes con disgusto, pero con la lealtad necesaria a un torneo centenario que, en algún tiempo, tuvo un prestigio enorme. Ya no. Si los equipos de Primera miraban a la Copa con un desafecto creciente, ahora han encontrado la excusa perfecta para proclamar su irritación. Querían trasladar la primera eliminatoria a una fecha que les permitiera contar con todos sus jugadores. Algunos clubes, con el Barça a la cabeza, habían manifestado su preocupación por el problema. Era la petición más razonable del mundo, pero no ha sido atendida por la federación, empeñada en desacreditar la competición que organiza.

Al fondo se observa la clase de torneo de Copa al que aspira la Federación Española de Fútbol: uno que no interese a nadie, que evite la presencia de los equipos de Primera y que se juegue en la clandestinidad. O sea, un desastre.

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