Diarios
Cuando los diarios comenzaron a venderse acompañados de algún obsequio, puede hacer de eso casi veinte años, es posible que consiguieran subir algo sus ventas, sobre todo mientras se completaban sus coleccionables o piezas. Y desde entonces, desde la primera sorpresa, los lectores hemos sido testigos de ofertas tan pintorescas y atractivas como variadas: recuerdo entre ellas media botella de vino fino como obsequio único y completo.
Pero como está claro que los regalos tampoco se pueden prolongar eternamente, durante algún tiempo cesaron de repente y no sé lo que pudo ocurrir con las ventas.
Seguramente será en las editoriales y en los diarios en donde mejor se conozca el nivel de lectura del país donde se venden. Como en nuestro caso parece ser bajísimo, me imagino que semejante condición puede convertir en inútil cualquier tipo de promoción por buena que sea.
Quizá esa haya sido la razón por la que se decidieron los diarios a ofrecer el mejor regalo posible: un libro. Espero que en unos años se note la subida de lecturas y de ventas.
Durante el acto de presentación de la nueva colección de obras literarias de un diario sevillano, la consejera de Cultura alabó la iniciativa alegando, entre otras cosas, que se trataba de defender la memoria, que no es poco. Casi toda la literatura surge de la memoria, aunque luego se entretenga por diferentes derroteros. Me refiero a la buena literatura, porque la mala puede aparecer en cualquier sitio y dar lugar a información errónea o incluso a dramas como el de Emma Bovary.
Al que no lee, comentó la consejera, se le nota; no ya en lo que dice sino también en lo que hace. Y es que, continuó, no se puede saltar el escalón de la lectura y pasar directamente a las imágenes.
Lo malo es que, con o sin lectura, siempre se pasa por las imágenes desde antes de aprender a andar y para toda la vida. Afortunadamente, la escasa calidad de casi todos los programas de la televisión ofrece la oportunidad de que aumente la afición a leer. Eso puede ser lo que nos salve.
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