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Reportaje:

La 'imposible' reforma de la ONU

El secretario general, Kofi Annan, busca modernizar la organización y evitar fracturas como la producida por la guerra

Reforma. Es un tema casi tan viejo como la misma ONU. La semana pasada, el secretario general, Kofi Annan, volvió a ponerlo sobre la mesa cuando aseguró que la organización internacional no estaba preparada para afrontar los nuevos retos del siglo XXI. La guerra en Irak ha puesto de manifiesto que Naciones Unidas, más que nunca, es un sistema disfuncional, escasamente representativo y limitado, aunque sea el único foro donde 191 países tienen, en teoría, la misma voz. La ONU, guardián de la legitimidad internacional, es también la única alternativa multilateralista frente al poder unilateral de Estados Unidos.

El nombre de "Naciones Unidas", acuñado por el presidente Franklin D. Roosevelt, se utilizó por primera vez el 1 de enero de 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando representantes de 26 naciones se comprometieron a seguir luchando juntos contra las Potencias del Eje. La ONU empezó a existir oficialmente el 24 de octubre de 1945, después de que su Carta fuera ratificada por China, Francia, la Unión Soviética, el Reino Unido, EE UU y la mayoría de los otros 50 signatarios.

Durante la guerra fría, la ONU prácticamente no existió. La caída del muro de Berlín le otorgó de pronto unas responsabilidades para las que no estaba preparada y que se saldaron con los fracasos de Ruanda y Srebrenica. La ONU debe ahora encontrar su sitio en un mundo dominado por EE UU. Abogar por su reforma es intentar preservar el multilateralismo frente a los designios de Washington.

Éste no es el primer intento de Annan por cambiar la ONU. Ya lo intentó, con escaso éxito, en 1997, cuando accedió a la secretaría general. La semana pasada, en el informe anual sobre los progresos de la Declaración del Milenio, aquel documento de buenas intenciones aprobado en 2000, Annan aseguró que "los Estados miembros deben examinar detenidamente la actual arquitectura de las instituciones internacionales y preguntarse si son realmente adecuadas a las tareas que nos esperan". Resultó obvio el pasado marzo cuando el Consejo de Seguridad, profundamente fracturado, no pudo evitar la guerra contra Irak.

¿Pero es posible reformar la ONU? "No creo que esta iniciativa tenga más posibilidades de éxito que las anteriores. Todo el mundo opina que el sistema no funciona, pero nadie ha sabido ofrecer una solución de recambio", opina Anne-Marie Slaughter, decana de la Escuela Woodrow Wilson de Relaciones Internacionales de la Universidad de Princeton. "Irak ha servido para mostrar que la ONU, y en particular el Consejo de Seguridad, debe cambiar o arriesgarse a caer en otra larga etapa de irrelevancia, como ocurrió en la guerra fría. No hay que olvidar que esta última década de intervenciones ha sido la excepción, no la regla".

Ampliar el Consejo y sobre todo reevaluar el derecho al veto de los cinco miembros permanentes (EE UU, Rusia, China, Reino Unido y Francia) siempre han sido los grandes obstáculos a cualquier intento de reforma. El ministro de Exteriores británico, Jack Straw, aseguró en junio que acudiría a la Asamblea General con un proyecto para abrir el Consejo a 24 miembros y ampliar el número de permanentes a 10, incluyendo Alemania, Japón (que paga el 20% del presupuesto y no tiene voz), un Estado latinoamericano, otro africano y un país árabe.

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"Es posible que ya no se hable de reforma dentro de unos meses", indica Anne-Marie Slaughter, "pero quizá el debate sirva para la próxima vez, para que los políticos se den cuenta de lo cerca que estuvieron de echar a perder todas estas décadas de esfuerzos. La sombra de marzo del 2003 seguirá planeando durante muchos años".

Cómo administrar Irak

Otra de las ideas de cambio directamente relacionadas con Irak es resucitar el Consejo de Administración Fiduciaria, uno de los seis órganos principales de la ONU, que tenía como función gestionar los territorios, la mayoría de las antiguas colonias, puestos bajo tutela internacional. Constituido por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, dejó de funcionar en noviembre de 1994 al terminar su misión en las islas del Pacífico. Algunos opinan que el modelo podría servir para administrar Irak, pero otros notan que para ello habría que reformar la Carta de la ONU, una tarea imposible.

También es una cuestión de lenguaje. "Naciones Unidas está involucrada en los asuntos de muchos países, pero no es políticamente correcto admitir que de hecho los está administrando", asegura David Malone, presidente de la Peace Academy, institución que analiza a la ONU.

El atentado que el pasado 19 de agosto acabó con la vida del representante de Annan en Bagdad, Sergio Vieira de Mello, y de otros 22 funcionarios ha enfriado considerablemente las aspiraciones de tutelaje de Naciones Unidas. El secretario general no ha encontrado todavía sustituto a Vieira de Mello.

La discusión sobre Irak determinará en buena medida el futuro y la validez del debate sobre la reforma. "Si el Consejo consigue alcanzar un consenso sobre Irak, temo que piense que las cosas se han arreglado y no es necesario ningún cambio", dice David Malone.

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