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Reportaje:

Septiembre ya no es lo que era

Una exposición en el Museo Whitney, de Nueva York, refleja la forma en que es visto Estados Unidos desde otros países a través de la obra de 47 artistas internacionales. El segundo aniversario del 11-S permite observar la forma en que muchas otras cosas han cambiado también no sólo para los estadounidenses, sino también para los latinoamericanos.

El tiempo se mueve más despacio en el verano benigno de Nueva York, donde llueve todas las tardes y sopla una brisa de 22 grados que disipa las advertencias sobre posibles ataques terroristas. Como antes del 11 de septiembre de hace dos años, la ciudad y el país parecen invulnerables a todo. Pero, a diferencia de entonces, es posible que ahora nada suceda, por la razón sencilla de que todos los días se espera algo que antes nadie esperaba.Una abigarrada exposición en el Museo Whitney trata de resumir cómo el mundo sintió a Estados Unidos en los últimos 13 años. El título de la muestra es descriptivo: The American Effect.

A la entrada, en una instalación del francés Gilles Barbier, los superhéroes de las tiras cómicas han envejecido e inspiran cierta compasión: el anciano Superman, blanco en canas y con anteojos de muchas dioptrías, arrastra sus chancletas con ayuda de un andador, mientras la varicosa Mujer Maravilla vigila el suero que va a las venas del Capitán América, y una Gatúbela decrépita, despatarrada sobre un sillón, contempla las terrenales violencias de Los Soprano en un televisor de cien dólares.

Hace dos años, América Latina sintió la desdicha norteamericana como si fuera propia.

Esa emoción quedó muy bien expresada en una tira de la dibujante argentina Maitena, en la que se veía a una mujer común consolando a la Estatua de la Libertad y compartiendo sus lágrimas. En la muestra del Whitney, la corona de la estatua adorna ahora la cabeza de George W. Bush, convertido en un campeón de lucha libre que despelleja la cara del ensangrentado Osama Bin Laden mientras los aviones suicidas hienden, al fondo, el pecho de las Torres Gemelas. Es una acuarela, admirable, del japonés Hisashi Tenmyouya.

La tarde de domingo en que fui al museo, una joven mujer de nítido acento peruano, creyendo que el atuendo de Bush era el de un emperador, le preguntó a su acompañante si le parecía que alguien con una expresión tan estúpida podía ser dueño del mundo. "Habría que saber cómo era la de Calígula", respondió él.

Estados Unidos ha perdido algo más que las Torres Gemelas, las vidas de 3.000 ciudadanos y algunos de sus valores tradicionales, como el derecho a la privacidad y la presunción de inocencia, además de instaurar el arbitrario y aberrante dogma de la guerra preventiva.

Desde que Bush dejó de ser

un presidente sin rumbo para convertirse en un guerrero imperial, la compasión ha ido trocándose en resentimiento e inquina.

Antes del 11 de setiembre de 2001, cientos de miles de habitantes de América Latina soñaban con emigrar a Estados Unidos. En los seis primeros meses de 2003 la cifra se ha reducido un 20%, no por miedo a otros ataques terroristas, sino por falta de confianza en lo que el presidente podría hacer con un país que era próspero y pacífico cuando asumió el poder, y ahora sólo parece ansioso por demostrar que es fuerte.

En su boletín de mayo, el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington informa que la hostilidad hacia Estados Unidos creció abrumadoramente en vísperas de la guerra contra Irak y aún más después de la caída de Bagdad. Las opiniones negativas en Brasil suman casi un 82%, 85% en Argentina y Chile y 90% en México.

Hasta un intelectual que ha defendido con tanto énfasis a Estados Unidos como el novelista Mario Vargas Llosa se pronunció con dureza contra las decisiones de Bush en Irak, advirtiendo que el ataque no estaba justificado y que terminaría destruyendo el orden legal internacional.

A mediados de julio, Vargas Llosa viajó a Bagdad para narrar la destrucción del país y los saqueos a la cultura más antigua de Occidente.

"Fui partidario de la guerra para liberar Kuwait y de la intervención en Kosovo", ha dicho. "Pero esto no. Esto parece un acto de ciega venganza". Implacable ha sido también el mexicano Carlos Fuentes. "La invasión a Irak se podría haber evitado si Bush hubiera persistido en sus inclinaciones alcohólicas", dijo. "Sobrio, es un hombre peligroso".'

Más cauto, Gabriel García Márquez piensa de modo parecido pero no lo dice. "Extraño a Bill Clinton", responde cuando se le pregunta por lo que está pasando. "Extraño a Gore. Si no le hubieran arrebatado a Gore la elección que ganó por medio millón de votos, la historia sería otra. No habría guerra y, quizá, con una Casa Blanca más alerta, hasta se habría evitado el 11 de septiembre".

De los 47 artistas convocados por el Whitney, sólo cuatro son latinoamericanos. El más memorable es el colombiano Miguel Ángel Rojas, que en cinco collages muy simples, elaborados con ínfimos fragmentos de billetes de dólar y hojas de coca, compone un fresco en el que denuncia cómo Estados Unidos derrocha fortunas consumiendo cocaína e invierte otras fortunas iguales en destruir las plantaciones y destilerías donde se fabrica.

A la salida del museo, dos

chicas de pelo azul me entregaron un volante en el que se anuncia para fines de agosto, con un año de retraso, el estreno de 11'09''01, una película en 11 episodios de 11 minutos, uno de los cuales, dirigido por el mexicano Alejandro González Iñárritu (Amores perros) es una estremecedora mixtura de cuerpos cayendo al vacío desde lo alto de las torres, con las voces desesperadas que se oyeron por los teléfonos, poco antes de que se desplomaran.

Pese a que Bush dejó de inquietarse por América Latina después del 11 de septiembre, la cultura del continente que está down there, allá abajo, sigue avanzando con la fuerza y la insistencia del agua.

Cuando caminé desde el Whitney hacia la Quinta Avenida, toda la gente que regresaba de un desfile popular hablaba español. Dentro de 50 años sumará más de 100 millones, casi la mitad de la población. Al menos, eso es lo que dice el catálogo de The American Effect.

'Still from Daugther from Danang', película de Gail Dolgin y Vicente Franco.
'Still from Daugther from Danang', película de Gail Dolgin y Vicente Franco.

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