Rehabilitada una jefa del Puerta de Hierro

El pasado 17 de enero su periódico, como otros medios informativos, publicaba a dos planas en la sección de Madrid "el hallazgo de informes médicos en plena calle" y avanzaba mi relevo como jefe del archivo del hospital Puerta de Hierro.

Al día siguiente, en su editorial del sábado 18 de enero, titulado Datos a la intemperie, EL PAÍS valoraba precipitadamente "como reacción correcta y lo mínimo exigible la destitución de la responsable del archivo" sin respetar el derecho a la presunción de inocencia que suelen exigir para otras personas... en otras circunstancias.

Ya entonces era del dominio público la existencia de delincuentes comunes y responsabilidades a otros niveles en este asunto y el hecho de que al destituirme sólo se me señalaba como "cabeza de turco".

Por motivos obvios, no era a mí a quien correspondía identificar a los delincuentes, ni señalar a los verdaderos responsables. Tal vez sí a su periódico...

Seis meses después, el 14 de julio, fue sobreseído sin cargo alguno el expediente disciplinario que se había instruido para justificar la improcedencia e ilegalidad de mi cese. Ese mismo día era destituido el entonces director gerente del centro. Pocos días después yo era restituida en mi puesto por la nueva dirección,con carácter retroactivo.

Durante esos seis meses, y en apoyo de mi causa, que desde el primer momento consideraron también la suya, mis compañeros rompieron toda colaboración con la gerencia del hospital. Sin perjudicar nunca a los pacientes,suspendieron las comisiones clínicas y dimitieron de la Junta Técnico-Asistencial, llegando incluso a pedir el amparo del Colegio de Médicos de Madrid, que intervino activamente a mi favor. Muchas gracias a todos.

Dada la relevancia concedida a este asunto por su periódico, y habiéndose manifestado como lo hicieron sobre un cese que se ha demostrado precipitado, improcedente y sobre todo injusto, considero que es mi derecho exigir que su periódico rectifique de igual forma en que lo ha hecho la Administración, reparando así el daño que pudieran haber ocasionado a mi reputación.