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Reportaje:

El héroe del videoclip

Andy Roddick, el ganador del Open de Estados Unidos de tenis, escenificalos valores de la juventud americana

"Es como un paracaidista, un saltador de obstáculos, un discjockey. Representa lo más extremo de la generación actual". Brad Gilbert, su entrenador, le ve así. Andy Roddick, campeón del Open de Estados Unidos de tenis al superar a Juan Carlos Ferrero por 6-3, 7-6 (7-2) y 6-3, rompe los moldes y sólo es comparable a una de las últimas leyendas, el genial Jimmy Connors.

"Mi triunfo", que le catapultó hasta el segundo puesto mundial, tras Ferrero, "no podía tener una mejor escenificación. Ha llegado tras las retiradas de Pete Sampras y Michael Chang y la derrota de Andre Agassi. No creo que todo eso pueda juntarse nunca más", dijo en la madrugada española de ayer. Su llegada supone la confirmación del cambio generacional en el tenis estadounidense. Sin Sampras y con un Agassi de 33 años, la explosiva entrada de Roddick, de 21, en la élite llega como agua de mayo para un deporte que estaba cayendo en picado en las cuotas de audiencia televisiva y en el interés de los patrocinadores.

Sampras, en 2001: "Si mantiene su nivel de juego y su servicio, es el futuro indiscutible"
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Roddick era el valor más emergente en Estados Unidos, el chico en quien más esperanzas se habían depositado. Fue tratado como una estrella desde júnior, cuando se consolidó como el número uno de la categoría tras ganar el Open australiano y el estadounidense en 2000. Entonces ya tenía contratos millonarios y llenado las páginas de los periódicos. Cuando entró en el circuito profesional, los récords, a los que tan aficionados son los norteamericanos, fueron llenando de contenido las expectativas: ganó tres torneos a los 18 años, algo que ningún estadounidense había logrado desde Sampras en 1990, tras haber disputado sólo diez, lo que no habían logrado Courier, Sampras, Agassi y Chang. Y tuvo una progresión fulminante: del 156º al 14º del mundo en diez meses, más rápida que las de Ivan Lendl y Stefan Edberg.

Unos datos que permitían mantener viva la apuesta. Pero el certificado lo firmó Sampras en 2001, cuando perdió contra él en Miami. "Si mantiene su nivel de juego y su servicio, será el futuro indiscutible del tenis", dijo. Aquel año, en Roland Garros, conectó 37 aces para eliminar a Chang a pesar de tener calambres. Su imagen de asumir el sufrimiento, de personaje indestructible a lo Robocop, le configuró.

Roddick es todavía como un niño que está madurando. "Soy un hombre", contesta cuando se le pregunta si es un muchacho grande o un joven hombre. "Asumo mis responsabilidades. Tengo mi vida, mi casa". Y su novia, la modelo Mandy Moore, de 19 años. La conoció en 2002 en Toronto. Él jugaba una competición y ella filmaba una película. A Mandy apenas le interesaba el tenis, pero vio una foto de Roddick en la revista Rolling Stone y, ante la insistencia de su madre, una gran aficionada, decidió ir a verle. "Con la condición de que me lo presentara", afirma. Aquella noche, Roddick y James Blacke cenaron con Moore y su madre. "Cuando regresó de Australia", cuenta Mandy, "pasamos todo el día en mi habitación mirando capítulos de la serie American Idol. Nos encantan". Roddick tomó otra decisión en junio: cambiar de entrenador. Despidió a Tarik Benhabiles, con quien estaba desde 1999, y fichó a Gilbert, el ex de Agassi.

"Antes quería ganar el torneo en el primer partido. No entendía que debía reservar parte de mi energía. Ahora me siento más relajado: no es cuestión de vida o muerte. No es fácil asimilar que tu nombre va a estar ya junto al de los grandes, pero estoy dispuesto", asegura. Es el héroe del vídeoclip, el más explosivo de la última generación.

Andy Roddick, emocionado tras vencer a Juan Carlos Ferrero.
Andy Roddick, emocionado tras vencer a Juan Carlos Ferrero.REUTERS

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