Los bailarines latinos dominan el Festival de Ballet de Miami
Ramón Oller deslumbra con 'Pecado-Pescado'
La octava edición del Festival Internacional de Ballet de Miami concluyó ayer en el teatro Jackie Gleason, de Miami Beach, con una excepcional acogida de público y el triunfo absoluto de los bailarines hispanoamericanos, especialmente cubanos, argentinos y brasileños. El coreógrafo y bailarín catalán Ramón Oller tuvo la más calurosa acogida de la velada con un fragmento de su obra Pecado-Pescado.
Entre dos huracanes tropicales, lluvias intermitentes y algo de viento azotando las hileras de palmeras, el Festival de Ballet de Miami se ha anotado un verdadero triunfo en su octava edición, siendo del criterio general que éste ha sido el más coherente y de más elevada calidad, con un fuerte acento en el que parece sea su cometido principal: reunir en los lujosos escenarios de La Florida lo mejor y más pujante de las nuevas generaciones de bailarines hispanoamericanos y europeos, con una gran ventaja demostrada por los primeros. El reino de los bailarines cubanos de la diáspora (que se vio parcialmente mermado al no obtener los visados de entrada en Norteamérica una media docena de ellos) se vio reforzado por la presencia de la que es sin duda la máxima bailarina cubana de hoy y la más internacional: Lorna Feijóo, ahora primera bailarina en el Ballet de Boston y que hizo un Don Quijote que puso al teatro en pie, demostrando una vez más esa convicción que flota en el aire de que probablemente el futuro del ballet esté en la cantera hispanoamericana, que reparte artistas de fuste y calidad por todo el mundo.
Ramón Oller, acompañado de la bailarina francesa Johanna Laber, hizo de su lírico e intimista fragmento el momento que ha sido calificado de máxima entrega sentimental y estética, mientras el canadiense Keith Morino bailó, siempre con coreografía de Oller, El cisne. Morino (que a su sólida y versátil carrera une la de haber sido el famoso profesor de danza de Operación Triunfo) hizo una caracterización personal y mágica del ave moribunda. Hay que destacar finalmente al italiano Toni Candeloro en la lujosa reconstrucción del Orfeo de José Limon y al brasileño Thiago Soares y la argentina Marianella Núñez (ambos del Royal Ballet de Londres) en un brillante Corsario y un fortísimo
Forsythe.
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