La Guardia Civil busca a tres violadores no identificados que actuaron en Mijas en 2000
Los investigadores de los casos de Sonia y Rocío no creen en la hipótesis del asesino en serie
Los investigadores de los asesinatos de Sonia Carabantes y Rocío Wanninkhof no creen en la hipótesis de un asesino en serie, pero están rastreando todas las pistas posibles de otros casos que pudieran tener una conexión con estos dos. Una de las líneas de investigación son los casos no resueltos. Al menos tres retratos robot de autores, no identificados, de dos agresiones sexuales (una con homicidio) ocurridas en Mijas (Málaga) en agosto y septiembre de 2000 están siendo utilizados por la Guardia Civil en sus pesquisas, pese a que ni Sonia ni Rocío fueron atacadas sexualmente.
La hipótesis que sigue manteniendo la Guardia Civil y la Fiscalía es que Dolores Vázquez es la autora de la muerte de Rocío Wanninkhof. La relación de este caso con el de Sonia Carabantres se debe a la coincidencia en los análisis de ADN de las muestras orgánicas recogidas en una colilla encontrada en el lugar donde mataron a Rocío con los restos de piel y sangre extraídos de debajo de las uñas de Sonia Carabantes, la sangre encontrada en el piloto de un coche junto a su casa y la saliva de un pitillo junto al lugar donde apareció su cadáver.
Esta conexión, conocida el pasado lunes, ha sorprendido a los investigadores, como al resto de la opinión pública: "Esta claro que quien mató a Sonia estuvo cerca del lugar donde mataron a Rocío, pero por allí pasó mucha gente y no es evidente que participara en su muerte". La Guardia Civil sigue pensando que en la muerte de Sonia intervinieron varias personas.
Algunos medios de comunicación locales han empezado a hablar de un posible asesino en serie. El alcalde de Coín, Gabriel Clavijo, reconoce que en su pueblo "hay más inquietud desde que se supo la conexión entre los casos de Sonia y Rocío". Otros alcaldes de la provincia llegan a hablar de una cierta "psicosis" de inseguridad. El ministro de Interior, Ángel Acebes, pidió tranquilidad el miércoles y dijo que nada indica que exista ese asesino en serie. Ésta es la misma hipótesis de los agentes que llevan la investigación. En todo caso, se rastrea la posible relación de estos asesinatos con otros crímenes ocurridos en el mismo período de tiempo.
Al menos tres personas distintas están siendo buscadas por los agentes de la Guardia Civil en la zona en donde se produjeron las muertes de Sonia y Rocío. Se trata de los presuntos autores de crímenes no resueltos, que tampoco están identificados. Y hay una diferencia sustancial entre estos casos y los de Carabantes y Wanninkhof: ninguna de estas dos jóvenes fue agredida sexualmente. Al primero de ellos se le atribuye un homicidio, detención ilegal, agresión sexual y robo. Este delito se cometió en la urbanización Puebla Aída, de Mijas, el 7 de agosto de 2000.
El autor de este crimen aparece descrito en la ficha policial como "un hombre de raza negra, entre 25 a 30 años, 1,90 de estatura aproximadamente, complexión atlética, rostro alargado; cabello negro, rizado, corto y rapado alrededor de la cabeza, ojos negros, nariz negroide, cejas normales, boca pequeña, labios carnosos; bigote estrecho, paralelo a la línea de la boca, y habla inglesa". El Juzgado de Instrucción número 7 de Fuengirola abrió diligencias con el número 64/2000 para iniciar la documentación de este delito, no resuelto.
Tampoco se consiguió la identificación de los responsables de otra agresión sexual ocurrida un mes más tarde, cuyas diligencias instruyó el Juzgado número 6 de Fuengirola, con el número 66/2000. Por este caso se busca a dos individuos.
El 11 de septiembre de 2000, en la urbanización Calahonda se produjo una detención ilegal y agresión sexual. El primero de los autores es descrito en la ficha policial como "un hombre de 40/45 años de edad, 1,70/1,75 metros de estatura, complexión normal, tez blanca; pelo corto, liso, de color negro; sin barba ni bigote, sin gafas, con un tatuaje grande en la parte superior del brazo derecho, representando una calavera a la cual le salía una culebra de los ojos y un cuchillo".
Según la descripción recogida por los investigadores, "portaba una pulsera en la muñeca derecha de perlas pequeñas, blancas y negras" y hablaba español. Vestía camisa color celeste con un escudo en la parte derecha del pecho, de forma ovalada, con el número 124 en el centro, y un águila con las alas abiertas, con unas banderas en la parte superior y letras.
El cómplice del anterior es, según la ficha policial, "un hombre de unos 30 años de edad, de 1,80/1,85 metros de estatura, complexión delgada, tez blanca; pelo largo a la altura de los hombros, de color castaño, sin barba ni bigote, sin gafas, con señales de acné en la cara y cicatriz en el labio inferior de un corte antiguo". Llevaba en el cuello una cadena de oro con una cruz, con los símbolos de ying- yang en el centro, y habla español.
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