Imagen
Calculan en millones de euros las pérdidas en imagen que Marbella y la Costa del Sol han sufrido con los esperpénticos acontecimientos en el Ayuntamiento de Marbella. Y se calcula que los asesinatos habidos (Rocío hace cuatro años; Sonia, el mes pasado), saltando a los medios informativos con un cúmulo de casualidades sorprendentes, también está teniendo un efecto muy negativo. En un año en el que el turismo ha tenido que sortear uno y mil problemas, estos hechos no ayudaban precisamente a levantar cabeza. La especial sensibilidad del turismo ante hechos así ya es conocida. Y menos mal que ETA no pudo culminar los atentados que preparaba. Como siempre, será el turismo nacional el que termine por solucionar los problemas. No quita, sin embargo, que se estén levantando voces pidiendo sensatez en todo lo que está rodeando al turismo malagueño. Por de pronto, Turismo Andaluz, con la clara influencia de Marcelino Méndez y Federico Miró, quiere que gran parte de la promoción se centre en España, coincidente criterio con lo manifestado por el presidente del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, Juan Fraile. El responsable de la patronal hotelera, José Prieto, está en todos los foros para poner cordura y gestores del turismo residencial (no confundir con especuladores y amantes del pelotazo), trabaja en silencio para evitar que los desmanes urbanísticos de Marbella y la agónica ansiedad de Gil y sus pretorianos por llenar las alforjas antes de huir en desbandada terminen por arruinar lo poco que aún queda sin el zarpazo de convenios cocinados a altas horas de la madrugada, con repartos de billetes (en el argot se le conoce por el maguzazo).
Hay que recuperar la imagen de Marbella (si estornuda esta ciudad, se resfría la Costa del Sol) y éste es un esfuerzo de todos. Por de pronto, hay dos personas que tienen la clave del futuro: Ruiz Povedano, responsable del urbanismo provincial y el delegado de Medio Ambiente; Ignacio Trillo, últimamente convertido en mosca cojonera de la derecha, en especial del secretario del PP malagueño, Joaquín Ramírez.
Y Antonio Banderas se va, y si no, al tiempo. Gil consiguió echar a los mejores (Connery, etcétera). Tiene que tener sitio para Imperioso.
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