Tomatina vergonzosa
Leo en EL PAÍS del 28 de agosto: "Rojo Buñol, Roja Tomatina. En una hora, 106.650 kilos de tomates fluyeron ayer por las calles de la localidad valenciana de Buñol en su internacional tomatina...".
No dudo, señor director, del placer que debe de producir, aprovechándose de las circunstancias, arrearle un tomatazo a ese jefe que le hace a uno la vida imposible, o a ese vecino que nos atormenta diariamente con sus series radiofónicas, etcétera; sin embargo, en una sociedad que tiende a la madurez no pueden permitirse espectáculos de semejante naturaleza.
Hace poco tiempo que he regresado de una misión de cinco años de trabajo en la organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, donde he tenido estrecho contacto con esa parte de la humanidad profunda que padece hambre y sufre desnutrición.
La imagen que nos ofrece el pueblo de Buñol despilfarrando alimento para el ocio de sus ciudadadanos y visitantes dista mucho de una sociedad desarrollada y culta en la que debemos ser capaces de administrar y hacer un uso racional de los recursos naturales. El hecho de ser excedentes en algunos de ellos no justifica que tengamos que malgastarlos; pues, en último caso, la naturaleza se encargaría de degradarlos, y en eso nos beneficiaríamos todos. Cualquier cosa antes de continuar haciendo alarde de nuestra opulencia tirando los alimentos. Mientras ello ocurra, no hagamos de ese espectáculo una noticia y menos en televisión, donde, además, y para vergüenza, se entrevista a los bravos y bien nutridos "mozos tomateros".
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