La fábrica de éxitos de la música latina
Muchos de los grandes artistas de los ritmos calientes se han instalado en Miami. Las principales discográficas han trasladado allí sus sedes. Los tratos se cierran en español, y los Grammy Latinos son el mejor camino hacia el triunfo.
Hit Factory, los legendarios estudios de música donde han grabado, entre otros, Eric Clapton, Bee Gees o Bob Dylan, pueden servir como seudónimo de lo que se ha convertido Miami: una fábrica de éxitos, especialmente de música latina. Aquí se han instalado la mayoría de los grandes artistas y la ciudad es parada obligada para los que aspiran a serlo. La concentración de cantantes, productores, estudios y discográficas es incomparablemente superior a la de cualquier otra ciudad de Estados Unidos, incluida Los Ángeles, la gran rival a la que Miami le ha usurpado el podio.
¿Qué tiene esta ciudad? ¿Qué embrujo sedujo en su día a Madonna, Versace o Paul Newman -y lo que cada uno simbolizan en sus parcelas de arte- o a Julio Iglesias -el indiscutible pionero de la música en español-, y más recientemente a las figuras del llamado latin
La concentración de productores, estudios y cantantes es incomparablemente superior a la de cualquier otra ciudad
La crisis ha forzado el despido de cientos de profesionales y el cierre de unas mil tiendas en Estados Unidos
La ciudad se prepara para su momento de mayor esplendor como anfitriona, por primera vez, de los Grammy
boom? "Es un punto geográfico de encuentro, muy cómodo para reunirse viniendo desde cualquier lugar de América o España. Y además es un mosaico de nacionalidades donde uno encuentra su comida, sus modismos, en un clima espléndido y con una gran infraestructura", dice Gabriel Abaroa, presidente de la Academia Latina de las Artes y las Ciencias de la Grabación (LARAS), organizadora de la cuarta edición de los premios Grammy Latinos, que se entregan el 3 de septiembre y para los que están nominados una veintena de artistas españoles.
El traslado de LARAS de Los Ángeles a Miami la pasada primavera le ha puesto el cuño a este puerto tropical como Capital de la Música Latina del mundo. "Fue la primera decisión que tomé cuando me nombraron", afirma Abaroa. Lo hizo por razones obvias; dada la densidad
artística, éste era el escenario natural para una organización neutral y sin fines de lucro dedicada a fomentar el crecimiento de la música latina. "Pero hubo otras razones de tipo cultural: aquí se cierran los tratos o se zanjan las diferencias en castellano. Y hay gestos, un abrazo o una palmadita, con los que nos entendemos sin necesidad de palabras", añade. Para un artista que llega de México, Colombia o España, Miami representa lo mejor de los dos mundos. "Se graba en español con sonido americano", subraya el presidente de Universal Music Latina, el español John Echevarría. Es esa simbiosis única (a diferencia de otras ciudades hispanas de EE UU, sólo en ésta el ser latino da glamour) la que ha atraído a los artistas que triunfan en español. Y a las grandes casas discográficas. Todas menos Fonovisa han trasladado sus sedes centrales a Miami: BMG, EMI, Sony, Universal y Warner.
Muchos cantantes se han comprado casa en Miami Beach. Jennifer López tiene su mansión entre las de dos beegees en North Bay Road; un poco más abajo está la de Ricky Martin; y más arriba, la de Shakira. Son vecinos de Alejandro Sanz y Chayanne, aunque sus chalés están en la primera parte de esta larga avenida. Desde North Bay Road se entra también a la isla en la que Enrique Iglesias se ha comprado otra casa a poca distancia de la de su novia, la tenista Ana Kournikova.
Gloria Estefan y su marido, el productor Emilio Estefan, viven en una de las islas, en la que también residen Julio José Iglesias; Thalía y su marido, el ex presidente de Sony Tommy Mottola (Mottola acaba de firmar contrato con Universal). El mapa de famosos continúa en la isla Dilido -de acceso público-, donde Paulina Rubio está construyendo su casa y ya reside Jon Secada.
No es raro comer en el Van Dycke, en Tony's o Smith & Vulinsky y encontrarse a cualquiera de ellos en la mesa de al lado. O quizá a media tarde tomando un café en Segafredo, en pleno Lincoln Road, la calle más cool de la playa junto a Washington Avenue.
En estos días, la ciudad se prepara para su momento de mayor esplendor musical como anfitriona, por primera vez, de los Grammy Latinos. Sólo ensombrecidos por la amenaza de protestas de los cubanos exiliados si vienen artistas de Cuba. No obstante, la Academia y el Ayuntamiento han llegado a un acuerdo con los futuros manifestantes para que monten su protesta a unos 60 metros de la entrada de la ceremonia en el American Airlines Arena.
Algunos de los nominados ya están aterrizando. David Bisbal llegó hace semana y media con su novia, Chenoa, y se ha negado a dar entrevistas. Bisbal no tiene casa, normalmente se queda en un hotel de la playa o de Coconut Grove, pero en esta ocasión se ha escondido, dicen sus representantes, para descansar después de la gira de promoción de su primer disco y antes de comenzar a grabar el segundo en septiembre. Grabará con Kike Santander, el mismo productor de su primer álbum. "Es un chico con mucho carisma y un infatigable trabajador", dice Echevarría, presidente de Universal, su sello musical para América.
Santander pertenece a la nueva generación de productores independientes que está cambiando la dinámica musical en Miami. Hasta hace unos dos años, Emilio Estefan parecía monopolizar la forja de estrellas con su conglomerado de producción y grabación, Estefan Enterprises (por el que han pasado el quién es quién de la discografía latina), pero la deserción de Santander y Estéfano Salgado marcó el fin de esa época. Ellos, junto a Lester Méndez, Juan Vicente Zambrano o el veterano Rudy Pérez, son de los productores más solicitados. Estefan también lo es, pero ahora se le empieza a percibir como uno más entre cerca del centenar establecido en Miami, aunque su empresa no es una más: cuenta con una plantilla de más de medio centenar de productores y compositores, y tiene los derechos de propiedad de más de 2.000 temas.
Santander demandó a Estefan aduciendo que no estaba recibiendo el crédito ni la compensación merecida, y Estefan le demandó a su vez por ruptura de contrato. La disputa se zanjó extrajudicialmente y ahora tienen una relación cordial. Incluso sus detractores admiten que Estefan contribuyó, con el boom de su mujer, Gloria, a colocar Miami en el mapa musical. En los noventa impulsó las carreras de los artistas que hoy venden millones de copias y promovió hace cinco años los primeros Grammy Latinos. Su influencia era tan fuerte entonces que a los galardones entregados en la primera edición se les llamó grammylios, pero ahora "es una voz más en la organización de los premios de este año", señala Abaroa.
Estefan se declara "satisfecho" por haber contribuido a que artistas y productores como Santander o Estéfano hayan realizado sus sueños y asegura que en el mercado "hay espacio para todos". Aunque lo cierto es que el mercado está en crisis a causa de la piratería y cada vez se producen menos discos. No falta, sin embargo, optimismo de cara al futuro. Rudy Pérez, productor de Julio Iglesias y Christina Aguilera, cree que Miami "no ha explotado todo su potencial" y apuesta por la "generación bicultural" todavía sin estrenarse. Acaba de producir el último álbum de Julio Iglesias, Fronteras, que saldrá a fines de septiembre.
Grabar un disco pop puede costar 250.000 dólares. Las discográficas ahora se lo piensan dos veces antes de grabar a un artista nuevo y miran con lupa la renegociación de los contratos. "Se acabó el cachondeo de los talonarios tontos", apunta Echevarría. La crisis ha forzado los recortes de presupuesto, el despido de cientos de profesionales y el cierre de unas mil tiendas este año sólo en EE UU. Las cifras de las pérdidas provocadas por la piratería hablan por sí solas: en 1998, las ventas en Latinoamérica fueron de 2.479 millones de dólares y el año pasado no pasaron de los 1.000 millones de dólares. Solamente en el mercado de EE UU han seguido subiendo las ventas de música latina, aunque mucho menos de lo previsto: de 571 millones de dólares en 1998 a 642 millones en 2001.
Aunque el tamaño del mercado estadounidense -unos 35 millones de compradores potenciales hispanos y un número indefinido de anglosajones- es proporcionalmente menor que el latinoamericano y el español, la industria tiene puestas sus expectativas en él, dado que los controles de piratería son mucho más estrictos. También cuentan con que siga en ascenso el latin boom. Y los Grammy Latinos son el gran escaparate hacia ese mercado.
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