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Columna
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Esclavos

Las pateras siguen vomitando en las playas andaluzas y canarias a miles de personas que buscan otra vida. Una parte de ellos la pierden en el mar. En lo que va de año, sólo en aguas andaluzas murieron ahogadas más de 150 personas. Nos estamos, por desgracia, acostumbrando a la muerte en unos ojos con las pupilas dilatadas por el miedo. Las medidas del Gobierno de Aznar no dieron resultados. Las medidas policiales de poco han servido. No bajó el número de inmigrantes que cruzan el Estrecho, ni se redujeron las muertes. Estamos peor que antes. El drama sigue y no parece que lo anunciado por Acebes en Almería, más vigilancia, vaya a solucionar el problema.

Estas medidas no van a la raíz del problema, sobre el que pasan los políticos con pies de plomo.

El PP andaluz sigue las directrices de Madrid y basa su política en la denostada Ley de Extranjería. Los socialistas, por boca de Chaves y en menor medida por Perales, vienen reclamando otras soluciones. Izquierda Unida volverá a presentar una nueva enmienda a la totalidad a la nueva Ley de Extranjería del Gobierno Aznar. Y van tres leyes en dos años. No hay especial sensibilidad en el Gobierno de Aznar por este drama, y más cuando se recuerdan algunas desgraciadas y xenófobas intervenciones, como las de Ana Botella.

Sí lleva razón Acebes cuando afirma que no puede haber carta blanca para las mafias que mueven el tráfico de la inmigración ilegal. Sobre estos negreros del siglo XXI debe recaer todo el peso de la ley, pero tampoco viene a solucionar el problema. Estamos asistiendo a un desmesurado crecimiento del tráfico ilegal, con el drama añadido de que en muchas pateras llegan niños, algunos con pocos meses de vida, y más mujeres. La muerte de un emigrante en las instalaciones para la Copa Davis en Málaga no ha hecho más que destapar algo ya conocido: hay empresarios que se enriquecen a costa de trabajadores inmigrantes. O más bien, esclavos, porque no tienen derecho alguno, cobran menos y son explotados de forma miserable, viviendo muchos de ellos en situaciones que recuerdan las sentinas de los barcos negreros. Habría que aplicarles la ley con toda su dureza.

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