Zubin Mehta penetra en las luces y las sombras de Mahler
El músico ejecuta en el Festival de Santander una espléndida versión de 'La canción de la Tierra' con una brillante Orquesta de Israel, la mezzosoprano alemana Nadia Michael y el tenor estadounidense Thomas Mosser.
Gran jornada del 52º Festival Internacional de Santander la patrocinada por el Banco de Santander Central Hispano. La presencia del director Zubin Mehta y la Orquesta de Israel, a la que está ligado desde 1961, ha constituido un muy alto punto de los ciclos musicales como valor intrínseco y como poder de convocatoria. Además, nuestro público tiene para Mehta consideraciones que exceden del justo reconocimiento de sus méritos artísticos para ingresar en el dominio de los afectos entrañables. Se establece así una comunicación entre artista y audiencia de la que sale gananciosa la música.
Esta vez, el director nacido en Bombay, titular vitalicio de la formación israelí en simultaneidad con su labor estable en la Orquesta de Baviera y en el Mayo Florentino, ha basado su gira en dos autores que le son dilectos: Schubert y Mahler, representado el primero por su Sinfonía número 6 -un camino decisivo hacia la Inacabada y la Grande- y el segundo por La canción de la
Tierra, alianza estrecha de sinfonismo expansivo y liederismo posromántico.
Estrenada por el fiel Bruno Walter en Múnich en noviembre de 1911, poco después de la muerte del compositor, La canción de la Tierra llegó a la Sinfónica madrileña del maestro Arbós en 1924, pero, en la etapa de definitiva vigencia de la obra y la figura de Mahler, la presentó la Orquesta Nacional en el Palacio de la Música de Madrid en diciembre de 1956, dirigida por Jascha Horenstein con los solistas Nan Merriman y Helmut Melchior.
La imaginación orquestal de quien no sólo fue un gran compositor, sino acaso el primer gran director moderno, penetra en ese mundo dilatado de un sinfonismo al que el oyente ha de acceder hasta poseer todos y cada uno de sus rincones si quiere vivir cuantas bellezas, luces, sombras, exaltaciones, depresiones y evocaciones hay, apoyadas en poemas chinos vertidos al alemán por Hans Bethge.
Esta nueva presencia de lo oriental en el arte centroeuropeo, aparte de algunos rasgos y alusiones, no modifica fundamentalmente el liederismo mahleriano, no sólo por la traslación lingüística, sino también por la adhesión del músico a una poética geográfica y culturalmente lejana.
Cantado admirablemente por la mezzo germana Nadia Michael, con el superior encanto de sus colores oscuros, y el tenor estadounidense Thomas Mosser, así como interpretado por la orquesta con su sonido luminoso, brillante y flexible, puede calificarse de espléndida la versión de Zubin Mehta. Éxito grande con ovaciones interminables. Realmente, fue una noche importante en el festival internacional.
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