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Bush ve tras los atentados una guerra de "totalitarios"

Enric González

George W. Bush definió ayer los atentados de Bagdad y Jerusalén como episodios de una guerra de "los totalitarios" contra "todas las naciones libres", y aseguró que "el mundo" no sería intimidado por el terrorismo. En su alocución radiofónica de los sábados, el presidente de Estados Unidos sugirió, de forma indirecta, la necesidad de una mayor implicación de la comunidad internacional en la ocupación de Irak, pero no habló de conceder más protagonismo a la ONU. "Los terroristas cometen atrocidades porque quieren que el mundo civilizado titubee y se retire, y puedan así imponer su visión totalitaria", manifestó.

Bush prometió mantener a cualquier precio su guerra contra el terrorismo. "En todo el mundo", declaró, los terroristas "están descubriendo que nuestra voluntad no tiembla; por grandes que sean las dificultades, perseveraremos".

La ambigüedad de Bush sobre el papel de la ONU se mantuvo en el mensaje de ayer. Por un lado, reclamó mayor apoyo internacional en Irak, en forma de tropas y dinero; por otro, dejó sin respuesta las peticiones del secretario general de la ONU, Kofi Annan, y de países como Francia o Rusia, en el sentido de que Washington renunciara al poder absoluto en el país ocupado y concediera a la organización internacional un cierto control sobre la situación, como paso previo a una nueva resolución del Consejo de Seguridad. El viernes, Bush no quiso ni hablar de la propuesta de Annan. "La ONU ya desempeña un papel vital en Irak", dijo.

Ante la opinión pública estadounidense, el presidente mantuvo el argumento de que los atentados terroristas eran consecuencia directa del "rápido progreso" hacia la reconstrucción y el autogobierno de Irak. "Ese progreso hace que los terroristas se desesperen aún más y embistan contra los símbolos del orden y de la esperanza, como las fuerzas de la coalición y el personal de la ONU", explicó.

Bush indicó que "combatientes extranjeros, del tipo de Al Qaeda", se habían infiltrado en Irak y formaban parte de "los enemigos" a los que se enfrentaba el Ejército ocupante.

En cuanto a la crisis de la Hoja de Ruta, el plan de paz propuesto a israelíes y palestinos, George W. Bush cargó la responsabilidad sobre la parte palestina. El viernes ordenó la congelación de los activos financieros de seis dirigentes de Hamás y de cinco organizaciones musulmanas basadas en Europa, una medida más simbólica que práctica, y conminó a los dirigentes palestinos a que desmantelaran "las redes terroristas". Ni el viernes ni ayer, sin embargo, hizo referencia a las acciones israelíes, ni recomendó moderación al primer ministro, Ariel Sharon.

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