Carlos Fuentes recorre el lado oscuro de EE UU a través de sus novelistas
Desde el puritanismo de Nueva Inglaterra a la corrupción de California, pasando por el esclavismo de la zona del Misisipí, el escritor mexicano reconstruye la historia del gran país americano de la mano de Poe, Steinbeck, Faulkner o Hammett, entre otros.
El título del curso -Polyanna de noche: cinco lecturas de la novela norteamericana- que Carlos Fuentes imparte esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander, alude a la niña alegre y optimista "que no se deja arredrar por problema alguno y que siempre encuentra una solución feliz" de los cuentos de Eleanor H. Porter, y que personifica la imagen con que gusta verse Estados Unidos, explica el escritor mexicano. Como esa Mary Pickford de rubios tirabuzones, que contagia un optimismo cuyo máximo exponente son las frases "el sueño americano" y the american way of life. Sin embargo, los novelistas estadounidenses "nunca se han dejado engañar, siempre le han visto el lado oscuro, la cola de bruja a Polyanna", afirma Fuentes.
La literatura revela la "complejidad de la vida" frente al maniqueísmo de buenos y malos que "tanto le gusta a Bush"
Frente a esta visión idílica, "solar e inocente" que Estados Unidos tiene de sí mismo, hay otras facetas "que no encajan exactamente dentro del optimismo de Polyanna". Así, la novela norteamericana aparece desde el principio como "una novela crítica, de recordatorio del lado oscuro de las cosas", comenta Fuentes, "que advierte contra el optimismo excesivo".
Ese lado oscuro abarca desde la persecución y la intolerancia del calvinismo, con Nathaniel Hawthorne, autor de La letra escarlata, y llega hasta lo más negro del alma humana, con Edgar Allan Poe, y a partir de ahí, la novela "introduce el elemento de la complejidad de la vida, de la diversificación de los sentimientos, de la dimensión de las pasiones humanas", frente a "las simplificaciones de tipo maniqueo puritano, de buenos y malos, que tanto le gustan al presidente Bush".
El autor de La muerte de Artemio Cruz inició el lunes su recorrido a través de la gran "nación-continente" en Nueva Inglaterra, con La letra escarlata (1850). Para Fuentes, ésta es "la gran novela simbólica del mal norteamericano, del fanatismo oculto detrás de la razón". Y advirtió de que la historia de persecución de la adúltera Hester -cuya más reciente representación en el cine realizó Demi Moore- y su pastor protestante se vuelve a vivir siglos más tarde. "Su nombre moderno fue el macartismo, y no sé si muy pronto tenga otro nombre".
Poe y Herman Melville, autor de Moby Dick -"la más extraordinaria novela de la literatura norteamericana del siglo XIX"-, ocuparon también la lección inaugural del curso. Poe fue capaz "de encontrar el misterio en un país sin otra cosa que una prosperidad normal y corriente, sin sombra y sin antigüedad". Así, el precursor de los cuentos de misterio "sondea el terror en el alma humana ante nuestro origen y nuestro destino". Su imaginación y la de Melville, según Fuentes, "no cabían dentro de esa normalidad incolora e insípida de Polyanna".
La oposición entre la "inocencia norteamericana" y la "corrupción europea" protagonizó otra etapa del viaje literario de Carlos Fuentes. Frente a esa concepción de finales del siglo XIX, El retrato de una dama, de Henry James, muestra que ni el Nuevo Continente es tan inocente, ni el Viejo tan decadente. El recorrido de Fuentes continuó ayer a lo largo del Misisipí, acompañando a Huckleberry Finn en su huida junto con Jim, el esclavo negro. El libro de Mark Twain dibuja para el escritor mexicano el sur que Faulkner llevaría a su nivel más alto: el perdedor de la guerra civil, "que se corrompió por la esclavitud, por el dominio de un hombre sobre otro y por la posesión de la tierra". Tras Twain, Fuentes describió el Estados Unidos decadente previo al crash de 1929, retratado por Scott Fitzgerald en El gran Gatsby. Es "la época del jazz, un carnaval continuo, un hedonismo consustancial al sueño americano", que sus personajes creen que durará eternamente.
Pero no dura. Fuentes continuará su periplo con la novela crítica de Steinbeck y Dos Passos, tras lo que seguirá con William Faulkner, que alcanza "la dimensión trágica".
"Culmino con el color negro en dos aspectos. De un lado, los novelistas negros como James Baldwin y Richard Wright y su visión de la crueldad sufrida por la raza negra en Estados Unidos. Y luego voy hasta Los Ángeles y California, con las novelas negras de Raymond Chandler, Dashiell Hammett y James Cain, ya sin inocencia, sin ilusiones respecto de la sociedad norteamericana". Fuentes se detiene en el límite del Pacífico, "más allá del cual no hay nada por conquistar, al menos dentro de Estados Unidos".
Críticas a Bush desde un atril en Santander
Un atril y un mapa de Estados Unidos refuerzan el "carácter académico" del primer curso que el escritor mexicano Carlos Fuentes -nacido en Panamá en 1928- imparte en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander. De pie, con un micrófono inalámbrico enganchado a la camisa, el prolífico autor de obras como La muerte de Artemio Cruz, Gringo viejo o su última novela, La Silla del Águila, inserta cuñas críticas a la Administración de Bush dentro de su clase sobre la novela norteamericana.
Fuentes, premio Cervantes en 1987 y Príncipe de Asturias en 1994, combina en sus lecciones un discurso universitario con citas, referencias cinematográficas, bromas y anécdotas, como sus conversaciones con Luis Buñuel, Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa, o con personajes como Bill Clinton -"hombre extraordinariamente culto, que nos recitó de memoria una página entera de El sonido y la furia, de Faulkner"-.
Frente a esta admiración, el escritor mexicano no deja pasar ocasión, tanto en las clases como ante la prensa, para atacar a George W. Bush, a quien acusó de "haber enajenado la simpatía generada hacia EE UU tras el 11-S", y de quien dijo: "Soy capaz de convertirme a cualquier religión con tal de que salga de la presidencia".
Algo factible para Fuentes, para quien "el fracaso de la ocupación de Irak" y el hecho de que "Bush está llevando a la catástrofe a la economía de EE UU" puede conducirle a "un desastre electoral el año próximo". El escritor también expresó, junto con sus habituales críticas hacia el régimen de Castro y el embargo de EE UU, su duda de que se pudiera llevar a cabo una transición democrática en Cuba.
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