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La policía carece de pistas sobre el francotirador de Virginia

Enric González

Virginia occidental padece estos días el miedo que imperó en Washington y sus alrededores durante tres semanas del pasado octubre. Como en Washington, un francotirador atemoriza a la población. La policía le atribuye hasta ahora tres asesinatos y carece de pistas sólidas sobre la identidad del culpable. "Algunos testigos vieron a un hombre blanco, de gran envergadura, en el lugar donde se produjo uno de los crímenes; no es mucho, pero es lo mejor que tenemos por ahora", dijo Phil Morris, subjefe de policía del Condado de Kanawha, una zona rural cercana a Charleston.

La primera muerte atribuida al francotirador ocurrió el día 10 por la noche. Gary Carrier, un mecánico de 44 años, hablaba por teléfono desde una cabina cuando alguien le disparó al cuello. Cuatro días después, el pasado jueves, una cocinera de 31 años, Jeanie Patton, recibió un balazo en la cabeza cuando echaba gasolina en su coche. Dos horas más tarde, un estudiante de 26 años, Okey Meadows, murió instantáneamente de un disparo en el cuello cuando salía de un supermercado. Los tres sucesos ocurrieron de noche.

La policía recomendó a la población que hiciera sus compras antes del anochecer y que, en caso de tener que ir a una gasolinera por la noche, buscara compañía. También movilizó todos los coches patrulla disponibles, cinco, en la zona de Campbells Creek, donde murieron las tres víctimas. "Intentamos, sobre todo, tranquilizar a la población", explicó Morris.

Disparos desde 30 metros

Según los forenses, los tres disparos fueron realizados desde más de 30 metros de distancia, con balas de idéntico calibre y con un arma similar, aunque no se pudo determinar que se tratara del mismo rifle en los tres casos. Durante el fin de semana se establecieron controles de carretera en busca de una furgoneta negra con los cristales tintados, porque un vehículo de esas características fue avistado junto a la gasolinera donde se produjo el segundo ataque.

El policía Morris dio a conocer todos sus teléfonos, incluido el privado, con la esperanza de que, al igual que en Washington, el agresor quisiera establecer contacto. Añadió que todos los agentes que trabajaban en el caso intentaban evitar "prejuicios" para no obsesionarse con pistas falsas. El llamado francotirador de Washington, que aterrorizó el área metropolitana de la capital en octubre de 2002, resultó ser dos personas: John Allen Muhamad, de 42 años, veterano de la primera guerra del Golfo, y John Lee Malvo, un muchacho de 17 años que, según el fiscal, efectuó la mayoría de los disparos. Muhamad y Malvo están acusados de disparar contra 19 personas, de las que murieron 13. Durante la investigación, la policía dedicó enormes recursos a buscar una furgoneta blanca en la que, supuestamente, viajaba en solitario un hombre de raza blanca. Esa búsqueda no condujo a ninguna parte: los francotiradores eran dos, de raza negra, y viajaban en un automóvil azul.

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