Con Marijaia llegó la lluvia

Marijaia llegó ayer a Bilbao con los brazos en alto y bajo una fuerte lluvia. Nadie habría dicho hace una semana que la inauguración de la Aste Nagusia del 25 aniversario iba a estar pasada por agua. Pero así fue. Tras varios meses de altas temperaturas, que batieron registros históricos, y una sequía pertinaz, en el día del chupinazo, que significa el comienzo a la semana grande bilbaína, se abrieron los cielos y cayó un diluvio. "Es lo que uno espera cuando viene a Bilbao, que llueva", decía Marce, venido de Jaén a las fiestas.

Pese a la lluvia, o gracias al alivio que ha traído consigo, la plaza del Teatro Arriaga, escenario del estreno festivo, estuvo abarrotada por cientos de personas, ocupadas en tirarse unos a otros harina y cava o kalimotxo.

Entre la muchedumbre, un comparsero veterano del chupinazo y cubierto de una mugre blancuzca, mezcla de todo lo que caía del cielo, agradecía la persistente lluvia. "Casi mejor que llueva. Al menos, el agua te limpia el pelo". Dentro del teatro, al resguardo del follón de la plaza, una señora opinaba que la lluvia "desluce mucho". Alguien a su lado hacía memoria: "No llovía en el txupinazo desde las inundaciones" (de 1983). Unos y otros confiaron, sin embargo en que la lluvia se retire pronto y que no estropee la Aste Nagusia.

En estas llegó el momento de la lectura del pregón, que correspondió a Beni Fernández Artetxe, presidente de la Cofradía de Arrantzales de Santurtzi, elegido como pregonero en reconociento de la lucha desarrollada por los pescadores vascos contra el fuel del Prestige. Y tras la lectura, el momento del lanzamiento del txupin, que figuraba en los programas de fiestas para las 18.30. Pero no se cumplió lo previsto. No es que hubiera retrasos, es que el cohete no salió propulsado hacia el cielo encapotado; estalló en el techo del balcón del Teatro Arriaga, contaba con susto poco después la txupinera, de la comparsa Pinpilinpauxa. Poco importó al gentío, que ya coreaba desde hacía rato la canción de Marijaia. Celebraron a saltos y con los brazos en alto la letra de una tonada que se oirá hasta la saciedad durante los próximos días.

Al mismo tiempo que el fallido txupin, centenares de papelitos rojos y blancos estallaron sobre los presentes, en cuyas caras se reflejaba la emoción de quien empieza un viaje. Este durará 9 días y llenará las calles de Bilbao de toros, teatros, txosnas, música y mucha diversión.

Tras el pistoletazo de salida, la gente fue abandonando, poco a poco, el lugar. Se descubrió entonces la plaza,embadurnada de una costra blanca y roja, punteada aquí y allá por botellas

vacías de sidra y cava. Era el turno de los servicios de limpieza. Los culpables de la mugre, sucios, sonrientes y satisfechos, observaban a distancia las tareas de los operarios, que espulsaban a manguerazos a los rezagados.

Marijaia salió entonces del Arriaga, seguida por la música festiva de una fanfarria. Después de que se bailase el obligado aurresku en su honor, comenzó su paseo por el recinto festivo. Las txosnas abrieron a su paso las persianas y los camareros comenzaron a servir los bocadillos y los katxis, que les tendrán ocupados todas las fiestas.