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Las meretrices se agrupan en un solo punto de la Casa de Campo

Los coches de los clientes siguen desfilando por el gran parque todas las noches

Cientos de prostitutas continúan ejerciendo su actividad en la Casa de Campo, a pesar de los cortes de tráfico que comenzaron el pasado 1 de agosto. Lo hacen agrupadas en el camino hacia el teleférico, al norte del lago. La Policía Municipal impide la circulación de vehículos alrededor del lago cuando cierran los restaurantes (sobre la 1.30), aunque esto no estaba contemplado inicialmente por el Ayuntamiento. Fuentes del cuerpo afirman que el jefe de servicio puede decidir los "cortes esporádicos" que crea necesarios. El tráfico sigue siendo incesante durante la noche.

Los cortes de tráfico en la Casa de Campo no han acabado con la prostitución en el parque, sino que han cambiado los usos de quienes ejercen y utilizan este servicio. La mayoría de las meretrices se colocan en tres vías consecutivas del parque -camino de los Romeros, camino del Príncipe y carretera al teleférico- que no tienen salida, es decir, los vehículos han de dar la vuelta al llegar al final y volver por el mismo camino.

Alrededor del lago también se ven grupos de prostitutas durante la tarde-noche, ya que ese acceso no estaba contemplado que fuera cortado al paso de vehículos. Pero sobre la 1.30, cuando los restaurantes cierran, la Policía Municipal impide la circulación colocando vallas en el paseo del Ángel, a la altura del lago, y en el paseo de la Torrecilla, con lo que todas esas meretrices se ven obligadas a desfilar hacia el camino del Teleférico. O bien al contiguo paseo de Piñoneros, que conduce a la salida de la M-30. "Éstos son cierres esporádicos que decide el jefe del dispositivo", según la policía. Las restricciones que permanecen todo el día, excepto los laborables entre 7.30 y 10.30, y entre 14.30 y 17.30, se producen en los paseos de los Plátanos y Rodajos y parten en dos el parque.

El tráfico de coches es continuo en la zona verde durante toda la noche y la madrugada, llegándose a formar atascos en ocasiones. Eso sucede incluso cualquier día laborable de este agosto en el que muchos madrileños se encuentran de vacaciones fuera de la ciudad. El acceso por el que entra la mayoría de estos conductores es el del puente del Rey, y las vallas sólo les permiten ir hacia la zona de las prostitutas.

Antes de las restricciones al tráfico, ejercían la prostitución en el parque 230 personas, según un estudio de la Comunidad de Madrid. Estas mujeres se encontraban repartidas por el parque en diferentes zonas: la de subsaharianas, de suramericanas, de europeas del Este, etcétera. El camino del Teleférico era la zona de los transexuales, que siguen estando allí, pero ahora mezclados con todas las demás mujeres. Cientos de prostitutas agolpadas en los márgenes de la calle, en ropa interior o completamente desnudas, esperan a sus clientes bajo la mirada de sus proxenetas, que vigilan en coches aparcados tras ellas.

La Asociación Médicos del Mundo ya señaló cuando se anunciaron las restricciones de tráfico, impulsadas por el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón, que el hecho de reducir el espacio para las meretrices empeoraría su situación. Además, la asociación advirtió de posibles desplazamientos de estas mujeres hacia zonas urbanas de la capital, pero hasta el momento sólo los vecinos del barrio de Batán se han quejado de que las prostitutas se hayan ubicado cerca de sus viviendas.

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Presencia policial

A medida que avanza la noche, la presencia de coches de la Policía Municipal se va mitigando. Entre las tres y las cuatro de la madrugada del jueves pasado, ninguna de las vallas de los alrededores del lago estaba custodiada por agentes. "No tiene sentido estar vigilando una valla; simplemente se pasa por allí un coche patrulla cada veinte minutos", afirman fuentes del cuerpo. Después de la primera semana de restricciones, un grupo de prostitutas movió la barrera del paseo del Ángel para que sus clientes pudieran pasar, según el joven empleado nocturno de un restaurante cercano. "Me dijeron que estaban desesperadas, que estaban ganando muy poco dinero. Pero no han vuelto a moverla", afirma.

Este empleado, de origen colombiano, lleva un año limpiando por la noche uno de los restaurantes que están junto al lago. Antes, asegura, tenía que estar "peleando" para que las mujeres no llevasen a sus clientes hasta las mesas de los chiringuitos.

"Se vuelven a oír los pájaros en el lago", dice Agustín Peña,de 63 años, que desde hace 13 da de comer por las noches a los patos del estanque. Está muy contento por las restricciones al tráfico, pero no entiende por qué el Ayuntamiento "no cierra la Casa de Campo completamente al tráfico". "Si quería evitar la contaminación, se sigue contaminando, y si quería acabar con la prostitución, tampoco lo ha hecho", señala. Los coches que entran de madrugada "no van de paso, sólo van a buscar mujeres", concluye.

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