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Reportaje:LA POSGUERRA DE IRAK

"¿De dónde sale toda esta gente?"

Leales a Sadam, combatientes extranjeros y enemigos de la ocupación integran la resistencia iraquí contra EE UU

"¿De dónde ha salido toda esta jodida gente?", gritó un sargento del Ejército de EE UU a un grupo de civiles en Bagdad. El Pentá-gono admite que los atentados de la resistencia tienen un efecto peligroso: su tropa siente un odio creciente hacia una población a la que supuestamente ha venido a liberar. Los convoyes circulan veloces por las calles de la capital; los artilleros de los humvees y de los blindados Bradley apuntan sin disimulo a las aceras protegidos por sus torreones y salen de los atascos pistola en mano. Se trata de hombres y mujeres jóvenes, exhaustos tras varios meses de estancia y muy asustados. La política es simple: primero, disparar; después, preguntar. Hace una semana, una de esas patrullas mató a dos agentes de la policía iraquí que perseguían con sus armas particulares (las oficiales tienen prohibida la munición) a unos delincuentes. Escucharon un tiroteo y abrieron fuego sobre el vehículo camuflado.

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Cuando se consulta a los mandos de EE UU sobre la resistencia, las respuestas varían según las circunstancias. En junio proclamaban: son reductos del régimen dirigidos por Uday y Qusay, los hijos de Sadam, y por el ex dictador. Después de la muerte de los vástagos, el 22 de julio en Mosul, y al comprobar que los atentados aumentaban, se mencionó a los fedayines. Desde el 7 de agosto, tras el coche bomba contra la Embajada de Jordania que costó la vida a 17 personas y causó heridas a 63, se desliza el nombre de la guerrilla Ansar el Islam, que se consideraba desarticulada, y a la omnipresente Al Qaeda.

La resistencia es real: ha matado a 60 soldados y herido a más de 400 desde el 1 de mayo, fecha en la que Bush decretó el final de las hostilidades. Los expertos estiman que existen dos que actúan sin conexión orgánica unidas por el odio al americano. La primera estaría formada por militantes del disuelto partido Baaz, ex militares y ex agentes del Mujabarat (policía política). Sus acciones se concentran en el triángulo suní (Ramadi, Bagdad y Tikrit). La segunda tiene una estructura de hidra y estaría integrada por personas contrarias a la ocupación, de fuertes convicciones religiosas y que no desean el retorno del autócrata. Obedecen a jefes tribales y a ciertas mezquitas de discurso encendido. Pueden contar con extranjeros arrastrados por el llamamiento a la yihad (guerra santa). El gatillo fácil de los soldados abona el apoyo de los pobres.

El espionaje estadounidense estimaba hace un mes que la resistencia en cualquiera de sus formas se movía en grupos reducidos, células de tres o cuatro personas, sin estructura de mando nacional. Ahora cree que la cifra supera los 10.000 y que cuenta con una red de informantes capaz de señalar objetivos sencillos. A pesar de su mejora táctica, carece de un directorio de comandantes. Los soplos aumentaron tras la muerte de Uday y Qusay y han permitido detener a altos cargos baazistas y dar muerte a más de 300 personas; también han conducido a numerosos errores.

La información es escasa y la imaginación excesiva. El nombre que se repite desde el atentado contra la Embajada jordana es el de Ansar el Islam. Se trata de un grupúsculo suní wahabí (versión del islam que se predica en Arabia Saudí). Jamás ha tenido infraestructura en la capital. Sus bases en el Kurdistán fueron bombardeadas. Parecen ser la cortina de humo para disimular la inopia. De ellos se dice que regresan por cientos desde Irán. Es un intento por establecer una conexión imposible con el régimen de Teherán, pues son enemigos. "El problema es que EE UU mira el mundo árabe desde parámetros occidentales que en la calle no funcionan", dice un experto en el mundo islámico. "Para entender lo que pasa es necesario tener polvo en los zapatos".

Nadie reivindicó el atentado contra la embajada. Algunas fuentes sostienen que tenía por objetivo un convoy de empresarios. Los chóferes que realizan el recorrido a Ammán se reúnen en ese lugar antes de emprender la marcha. Falla la hora: la salida es a las cinco de la madrugada y no a las once de la mañana, cuando explo-sionó el coche. El experto islámico afirma: "Representa un aviso a Jordania, a su implicación en la política estadounidense en Irak. Puede ser obra del Mujabarat o de chiíes. Un comando que no se conocía entre sí antes de la acción y que nunca volverá a verse". Bagdad vive psicosis de atentado, que lo ocurrido represente un cambio de estrategia.

Una de las razones esgrimidas para iniciar la guerra, además de la existencia de armas de destrucción masiva no encontradas aún, fue el terrorismo. Se acusó al régimen laico de Sadam de tener conexiones con los fundamentalistas que le detestaban por impío. La CIA fue incapaz de establecer una vinculación entre el régimen, Al Qaeda y el 11-S. El único terrorismo que campaba desde 1980 en Irak era el que ejercía el Estado policial de Sadam. Su resultado, decenas de miles de desaparecidos. Ahora florece el terror internacional con el que se pretendía acabar y los expertos advierten de que una situación inestable como la actual es el semillero idóneo para atraer a miles de radicales de otros países islámicos. Como en el Afganistán de los soviéticos.

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