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Reportaje:

La canción del verano

La campaña del sorteo extraordinario de la ONCE, que hoy ofrece Antena 3, se convierte en el fenómeno de la temporada

Diego A. Manrique

Los clientes del restaurante japonés nos miraban con preocupación. Empecé a sospechar que la campaña de la Organización Nacional de Ciegos (ONCE) para el sorteo extraordinario de verano -que esta noche ofrece en directo Antena 3 (21.35), en un especial presentado por Antonio Hidalgo- ya era todo un fenómeno cultural cuando, en Londres para un viaje profesional, una integrante de un apreciado grupo indie español se empeñó en interpretar las diferentes canciones del verano inventadas por los creativos de la agencia responsable, Tándem / DDB: "Es lo más divertido que puedes escuchar, mucho más fresco que las aberraciones de Dinio y compañía, que apestan a cinismo de discográfica". Y es que resulta muy reconfortante lo que nos susurran Ponme la cremita o I have chopitos: La premisa de los anuncios es que cualquiera puede crear esos artefactos sonoros que hemos dado en llamar canciones del verano, monstruos hechos de textos elementales, melodías adhesivas y deleite en la pachanga.

Esas canciones nacen de un acuerdo social implícito: en el verano aceptamos reducir la actividad cerebral; entre felices y resignados, chapoteamos en la vulgaridad, en el mínimo común denominador gastronómico o sonoro. Los publicitarios de la ONCE -ellos y otros trabajadores de su agencia aparecen en los spots, gran detalle- asumen ese juego y han conseguido una de las campañas más simpáticas del año: muchas gracias, no necesitamos las fantasmadas de King África o Georgie Dann; para degradarnos, nos bastamos solos.

De paso, nos recuerdan que la publicidad televisiva es hoy el principal soporte promocional de cualquier música con aspiraciones de llegar a las grandes masas: prácticamente desaparecidos los programas especializados de las televisiones generalistas, la música se refugia donde puede y encuentra acomodo -un poco estrecho, pero qué le vamos a hacer- en la publicidad. Ya había precedentes: No me llames iluso, el último éxito de La Cabra Mecánica, nació de otra campaña de la ONCE, un jingle al estilo de La Cabra, que el grupo de Lichis decidió interpretar antes de que se lo encargaran a profesionales anónimos. Lichis vio el futuro ("¡soy prescindible!") e intentó retrasarlo unos meses.

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