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Reportaje:

Guetos para el cigarrillo

AENA instala 24 puntos para fumar en Barajas con el fin de mejorar su servicio a los pasajeros

En las puertas de entrada al aeropuerto de Madrid-Barajas hay un cartel que indica: "Fume sólo en los puntos indicados. Creará buen ambiente. Ayúdenos".

Ana María Cabanillas, de 59 años, se levanta constantemente de una de las sillas que se encuentran en la sala 5 de la zona de las llegadas nacionales del aeropuerto de Barajas. Es una fumadora de toda la vida, "pero muy respetuosa", matiza. Por este motivo, cada vez que quiere encenderse un cigarrillo se desplaza a uno de los 24 puntos para fumadores que ha instalado Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA).

"Me parece una idea maravillosa porque toda la gente tiene derecho a fumar, pero sin molestar a los demás, aunque antes no había tantas restricciones. Lo peor es que echo de menos unas sillas y que el espacio es demasiado pequeño", se queja la mujer. Su marido, Antonio Marchamalo, de 60 años, se muestra más contento con la iniciativa de AENA. "Creo que es magnífico. Para que aparquen y arrinconen a los fumadores", dice entre risas.

"Al final vamos a terminar siendo una población marginal", se queja un viajero fumador

Los puntos de fumadores, denominados sistemas de tornex, son unos pequeños puestos muy austeros que tienen un cenicero y que, a través de una cortina de aire, impiden la difusión del humo al resto del espacio. El problema, para muchos fumadores, es que en la zona de llegadas nacionales e internacionales sólo hay cinco, son pequeños y están bastante alejados entre sí.

Un recorrido por el aeropuerto pone de manifiesto que la medida, en marcha desde hace 15 días, todavía no ha logrado evitar que muchos fumadores enciendan sus cigarrillos en cualquier parte y que las colillas aparezcan en diversos rincones. En la sala 2 de las llegadas internacionales está Gertrudis Rico, de 58 años, limpiadora en Barajas, quien asegura que apenas ha notado el cumplimiento de la medida por parte de los fumadores. "Hay gente que baja del avión y pregunta que si se puede fumar, les dices que no, que hay unas zonas específicas para ello, pero aun así se encienden un cigarro. Si me diesen un céntimo por cada colilla que hay en el suelo, ya no estaría trabajando aquí". A ella, la iniciativa de AENA le parece "fenomenal" porque dice que como trabajadora tiene que soportar el humo de todos los fumadores.

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Los detractores del tabaco consideran que la medida es buena, pero los fumadores no están tan conformes. Junto al cartel que prohíbe fumar según el Real Decreto 192/1988 está Borja Martínez, de 41 años, con su cigarro encendido en la mano. "Creo que los puntos de fumadores son una estupidez, como las esquelas esas que ponen en las cajetillas. Al final vamos a terminar siendo una población marginal. Si esto es malo, que prohíban también trabajar", señala mientras asegura que no piensa utilizar las áreas específicas para fumar.

Como él, Carlos Fernández, de 40 años, se queja de que a los fumadores se les aparte en guetos como a "leprosos" y consume su cigarrillo delante del punto de fumadores. "Es que estoy esperando a que llegue un amigo y si me quedo ahí no lo veo. Lo que intento es no mezclarme con el resto de la gente para no molestar".

En términos parecidos se expresa un vigilante de seguridad del aeropuerto que, aunque da caladas a su pitillo en la zona reservada para este fin por AENA, piensa que se les trata como a "proscritos". "En nombre de la tolerancia me parece que esto es lo más intolerante, porque cuando yo empecé a fumar te lo metían por los ojos y ahora nos imponen no fumar por culpa de los estadounidenses", subraya. Precisamente, Eric Álvarez, un joven de 26 años que espera su avión de vuelta a Miami, asegura que "comparado con Estados Unidos, aquí no hay grandes problemas para fumar, porque en los aeropuertos de allí tienes que salirte a la calle si quieres hacerlo".

Otras fumadoras como Isabel Fernández, de 34 años, buscan el aspecto positivo de la medida. "Llevo desde las once de la mañana en el aeropuerto y, como tengo que venir aquí para fumar, he conseguido reducir el número de cigarrillos que enciendo. Lo peor es que estas zonas son un poco pequeñas y no hay sillas".

Selma Sacramento, una joven de 29 años que trabaja en los puntos de información del aeropuerto, reconoce que el problema de que todavía no se respeten las áreas destinadas a los fumadores es por la falta de disciplina y por los pocos puntos que se han destinado a este fin. "Será cuestión de tiempo", señala mientras comenta que la medida se puso en marcha ante las quejas de muchos usuarios que se sentían molestos por el humo de los cigarrillos en las zonas de embarque.

"Aeropuertos sin humo"

Los 24 puntos para fumadores en Barajas se hallan repartidos en las zonas de embarque (18), en el vestíbulo de llegadas (5) y en la segunda planta junto al puesto de información (1).

La iniciativa de AENA se enmarca en el proyecto denominado "Aeropuertos sin humo" cuyo objetivo, según la empresa que gestiona las instalaciones aeroportuarias, es mejorar la calidad del servicio que se da al pasajero y cumplir la normativa vigente en materia de drogodependencias y trastornos adictivos de la Comunidad de Madrid, que se basa en la ley 5/2002 del 27 de junio.

Junto a estas zonas se instalarán paneles informativos para explicar el funcionamiento de las nuevas estructuras. Además, el proyecto contempla el inicio de una campaña de con-cienciación de los usuarios del aeropuerto para respetar las nuevas zonas de fumadores, a través de folletos y carteles explicativos.

AENA también ha anunciado que dicha iniciativa incluye otras actuaciones, que se pondrán en marcha posteriormente, como la eliminación de los ceniceros en el interior de las terminales, aunque se colocarán 65 en los accesos públicos a las instalaciones. Asimismo, reforzará la señalización de "no fumar", emitirá un mensaje por megafonía y distribuirá folletos en los que se insta a los viajeros a fumar en las áreas reservadas.

"Lo veo bien porque nadie tiene que fumar lo que yo fumo, pero también podían habernos puesto una salita cerrada con sillas", señala Meneses del Rey, de 59 años, con su farias en la mano. En ese momento, un hombre llega al punto de fumadores con su cigarro y un periódico. Lo extiende sobre el puesto, pero las páginas se salen por los bordes.

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