Muñoz abandonó el pleno antes de que su sucesora jurara el cargo
Visiblemente enojado, aunque con las manos en alto haciendo el signo de la victoria, el hasta ayer alcalde de Marbella, Julián Muñoz, abandonó el salón de plenos municipal sin esperar a que se levantara la sesión. No quiso ver cómo Marisol Yagüe, para él una "traidora", juraba su cargo y recibía el bastón de mando. Descompuesto, como fuera de sí y con las venas hinchadas, no paró de gritar: "Jesús Gil es un golfo, Jesús Gil es un golfo", entre una multitud que mayoritariamente le aclamaba, pero entre la que también se oía alguna acusación de "ladrón". Minutos después, mucho más tranquilo, salió y se fue a tomar unas cañas por los bares del casco antiguo de Marbella, siempre en compañía de Isabel Pantoja, a la que insiste en llamar "mi mujer".
La rabia y la indignación del grupo fiel a Muñoz -cinco concejales más un sexto que se mantiene afiliado al GIL- salió a relucir en el transcurso del pleno, y se hizo especialmente notar en la intervención del portavoz de este grupo, Alberto García, sobrino del ex alcalde, que arremetió contra todos. Primero contra Jesús Gil, "el capo del Burgo de Osma", artífice según él de la moción de censura, porque este grupo de ediles no se ha plegado al "sí, bwana". "No nos quería sencillamente porque no le decimos qué delgado está usted hoy, señor Gil, viva el Atleti, señor Gil", expuso.
Insultos
De la nueva alcaldesa, Muñoz dijo que sus méritos son haber "dorado la píldora y hecho la pelota durante años", y que su labor se limita a "ir a comprar al Corte Inglés y a la peluquería cada día". "Se gobierna trabajando", le advirtió. Llamó "escoria política" a los 14 firmantes de la moción de censura, y se cebó con Isabel García Marcos -a la que llamó "deshauciada e indigna"- y con el portavoz del PA, Carlos Fernández, de quien dijo que "es capaz de vender a su madre y apuñalarla por la espalda". Y lanzó una pregunta sin más miramientos sobre el papel de Juan Antonio Roca, ex gerente de Urbanismo y hombre de confianza de Gil, en las negociaciones para la moción: "¿Les untó manteca el día de la notaría?".
No fueron los únicos reproches que los miembros del fraccionado GIL se dedicaron en el pleno. Rafael González, el único concejal que se mantiene en el partido, pidió la palabra precisamente por ser "el único representante del grupo que ganó las elecciones por mayoría absoluta". Yagüe le respondió desde su escaño que el partido estaba disuelto, y el edil le espetó: "Señora candidata, sepa que para eso hay que hacer una asamblea y aprobarlo con dos tercios".
Una vez investida, Yagüe también respondió las críticas sobre sus méritos y se atribuyó buena parte del éxito electoral del GIL: "Ellos saben los votos que yo les he traído para ganar las elecciones por mayoría absoluta; pueden coger las actas de los barrios que yo he trabajado y que me he pateado".
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