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El Planetario de Pamplona muestra una colección única de trajes y objetos de la carrera espacial

La exposición 'Vivir en el espacio' reúne piezas procedentes de una colección privada

Maribel Marín Yarza

El plan de vuelo del Apolo X, firmado por sus tres astronautas el 17 de abril de 1969, es un ejemplar único en el mundo. Y está expuesto en Pamplona, al igual que las primeras latas acondicionadas de Coca-cola y Pepsi-cola consumidas por una tripulación espacial en 1985, el traje de vuelo de Neil Armstrong en el Apolo XI y un sinfín más de aparatos, ropajes, instrumentos técnicos y sistemas diseñados para hacer más fácil la vida de los astronautas. Todo ello forma parte de la exposición Vivir en el espacio que el Planetario de Pamplona exhibe hasta el mes de septiembre.

La empresa guipuzcoana Kosmos ha sido la encargada del montaje de esta exposición, configurado con piezas únicas cedidas para la muestra por un coleccionista privado. En ella el espectador descubre que los pañuelos de celulosa de los pañales infantiles fueron creados para solucionar los problemas de incontinencia de los astronautas en las primeras cápsulas sin cuartos de baño, pañales que siguen siendo usados en los prolongados ascensos y descensos hacia y desde la estratosfera. Al igual que el velcro o los microondas, la tecnología creó para la carrera espacial fibras y aparatos y ha desarrollado en más de cincuenta años un reguero de utensilios a los que en muy raras ocasiones puede acceder el ciudadano.

Sin duda alguna, la pieza central de la muestra es el traje EVA del Apolo 7L, usado por Neil Armstrong en una de las misiones lunares de la NASA, la del Apolo XI. Un traje espacial de color blanco radiante de más de cien kilos de peso, en cuyo interior se esconde un complejo sistema de conducciones de agua fría y caliente diseñada para permitir el trabajo de su ocupante a temperaturas extremas de entre -256º y +180º y soportando el impacto de los habituales micrometeoritos. La imponente escafandra recuerda al visitante las épicas imágenes televisivas de la carrera espacial del siglo XX, cuando la desaparecida URSS y Estados Unidos trasladaron a la superficie lunar la lucha política de bloques.

En esta corta pero intensa historia Gene Cernan tiene un lugar especial, aunque su nombre no nos suene demasiado. Fue el último hombre que pisó la Luna, y a punto estuvo de no hacerlo porque su metro ochenta de altura amenazó con dejarlo fuera del equipo de selección. ¡No había espacio en la cápsula! Cernan llegó a nuestro satélite en diciembre de 1972 y el Planetario muestra sus gafas de sol espaciales y su bolígrafo personal, adaptado a la escritura en situación de ingravidez.

El traje celeste del astronauta estadounidense Buzz Aldrin, bolsas de heces y orina de las utilizadas por las primeras misiones Apolo, cuyas cápsulas no tenían cuartos de baño, cuadernos de datos originales del Skylab; una placa de recubrimiento del Shuttle, la lanzadera espacial norteamericana, una camiseta firmada por el astronauta español López Alegría junto a sus compañeros de misión son otras piezas de la exposición.

Como los astronautas también comen y beben, Vivir en el espacio dedica vitrinas a algunos de los peculiares envases y formas alimenticias de las naves espaciales. La carrera espacial vista desde el lado soviético también merece el interés de la exposición, que recoge documentación, trajes de las naves Soyuz e ISS, junto a cinturones de herramientas, anclajes de seguridad utilizados en los paseos o el reloj speedmaster del astronauta Dick Gordon.

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