Amargo lleva la magia de 'El amor brujo' a Zugarramurdi
Rafael Amargo protagonizará hoy un encuentro mágico con Manuel de Falla en las cuevas de Zugarramurdi (Navarra). Allí, en este espacio de leyenda y aquelarres, estrenará El amor brujo, un montaje basado en la pieza que el compositor escribió en 1915 para Pastora Imperio. "Es un espectáculo muy sincero con la partitura", dijo ayer el bailaor y coreógrafo en el interior de la cueva. "Creo que si Manuel de Falla levantara la cabeza se quedaría contento, porque estamos realzando su música, su obra".
Nada en esta propuesta, ideada por encargo de la Quincena Musical donostiarra, resultará repetitivo. Primero, porque El amor brujo. Gitanería en un acto y dos
cuadros, sobre libreto de Gregorio Martínez Sierra y María Lejarra, se vio por primera vez en el Teatro Lara, de Madrid, en 1915 y, al poco tiempo, dejó de representarse en su concepción original. Los montajes que han podido verse después en los escenarios han estado inspirados en la versión para ballet diseñada en 1925 por La Argentina y Vicente Escudero. Hubo que esperar a 1987 para que el musicólogo Antonio Gallego rescatara la pieza, que después ha sido llevada a escena en muy contadas ocasiones. En todo caso, el montaje de Amargo, con escenografía y vestuario de Roger Salas y música en directo, va aún más allá: recupera la dramaturgia y exige versatilidad a los artistas para narrar la historia de Candela (Olga Pericet), una joven enamorada a la que se le aparece el espectro de un antiguo amante que la persigue.
El bailaor nunca pensó en revisitar a Falla, y menos en representar una danza de sortilegios en Zugarramurdi, lugar en el que la Inquisición mandó quemar en 1612 a mujeres por actos de brujería. Se lo sugirió la Quincena, que hoy, en su excursión anual, propone además el espectáculo Pas de
basque, de Juan Antonio Urbeltz, y un concierto de la Capilla Gregorianista Easo. "Fui un poco reacio", reconoció, "porque pienso que casi todo está inventado. Pero para poder ser moderno hay que partir siempre de un clásico. Me fui metiendo y creo que es una de las cosas más grandes que he hecho".
Este Amor brujo va mucho más allá del drama amoroso, del argumento. Amargo ha recuperado la parte mágica de conjuros, lecturas de mano, y la ha hecho actual, contemporánea. Su propuesta surge con más fuerza desde el interior de la cueva, con el sonido del río, los juegos de luz... Pero eso sólo podrá verse hoy y mañana en Zugarramurdi, se perderá cuando se escenifique en el teatro Albéniz, de Madrid, y en otras salas de Italia y París.-
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