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Necrológica:

Jacques Deray, director de cine negro

El cineasta Jacques Deray falleció la madrugada del domingo en su domicilio de Boulogne-Billancourt, en las afueras de París. Deray, que en realidad se apellidaba Desrayaud, había nacido en Lyón en 1929 y en su juventud quiso ser actor, inscribiéndose en los entonces muy prestigiosos cursos de la academia Simon cuando apenas había cumplido los 19 años.

Durante un tiempo alternó interpretaciones en el teatro y en el cine hasta que, en 1952, convencido de que lo que de verdad le interesaba era dirigir actores, empezó una fructífera carrera como ayudante de realización, primero prestando sus servicios a Gilles Grangier y, más tarde, a grandes figuras como Luis Buñuel o Jules Dassin.

En 1960, aprovechando que la nouvelle vague había abierto las puertas de la industria a todos los debutantes, Deray firmó su primer largometraje, Le Gigolo, e inició una carrera como director que no se acabó hasta 1993, con L'ours de peluche, una adaptación de una novela de Georges Simenon. La enfermedad le alejó de los platós pero no le impidió escribir unas sabrosas memorias en las que evocaba los grandes personajes con los que se cruzó, ni encabezar diversas luchas de los cineastas europeos contra el avasallante dominio de las producciones estadounidenses.

Cineasta de oficio, enamorado de las historias policiacas, con un marcado sentido del ritmo, Deray disfrutaba cuando tenía entre sus manos a grandes actores o, en todo caso, a estrellas.

Su mayor éxito crítico lo obtuvo en 1968 con La piscina, una obra de intriga psicológica que reunía a Alain Delon, Romy Schneider, Maurice Ronet y Jane Birkin. El año siguiente el éxito se repitió con Borsalino, que relanzó fugazmente la moda masculina de los trajes a rayas y de los sombreros de ala ancha gracias a la gran acogida popular que obtuvo una película que retrataba las andanzas de dos gánsters marselleses en el periodo de entreguerras. Ellos fueron Delon y Jean-Paul Belmondo.

Hace apenas tres años, Patrice Leconte volvió a reunir a los dos intérpretes y les dotó de una hija, Vanessa Paradis, jugando con la idea de que se trataba de una continuación de Borsalino treinta años después.

Alain Delon decía siempre que Jacques Deray era el cineasta con el que tenía mayores afinidades, seguramente porque representaba para él un buen compromiso entre las exigencias artísticas y las comerciales.

En 1972, con Flic Story, ambos obtuvieron otro gran éxito, que se repetiría aún con Le Marginal en 1982. Sin embargo puede que la cinta más interesante y personal de Deray sea su adaptación de Un peu de soleil dans l'eau froide, una novela corta de Françoise Sagan de la que supo captar el clima con gran fidelidad.-

Jacques Deray.
Jacques Deray.EFE

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