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GENTE

La sombra de Bin Laden asoma en el festival alternativo de Edimburgo

La caza de Sadam Husein se intensifica en Irak, pero, en Edimburgo, es el paradero de otro líder, Osama Bin Laden, el que preocupa a los artistas del festival alternativo, Fringe. Entre el drama y la comedia, y apoyada en fotografías tomadas en Afganistán, se mueve la obra Finding Bin Laden (Buscando

a Bin

Laden) que el guionista de Spitting

image, Henry Naylor, presenta este mes en una sala del Gilded Ballon.

Acompañado por el fotógrafo Sam Maynard, Naylor viajó a Kabul el año pasado ansioso por conocer de primera mano la realidad de la guerra. Entre campos minados y pueblos desolados por los bombardeos, tropezaron con guerrillas afganas y un soldado estadounidense que apuntaba nerviosamente con su metralleta a los cuerpos de ambos británicos. Estas y otras experiencias han resultado en una explosiva sátira de la guerra contra la banda terrorista Al Qaeda. Naylor la resume a través de un triángulo de personajes: un periodista de televisión, un soldado estadounidense y un civil afgano. Nadie sale bien parado en Buscando a Bin Laden.

Peor suerte corrió Aaron Barschack en el estreno de su comedia, Osama likes it hot. El nombre del humorista saltó a la arena pública al irrumpir, vestido de mujer y con una careta de Bin Laden, en la fiesta de cumpleaños del príncipe Guillermo, el pasado junio. En el Fringe, el intruso palaciego saboreó su propia medicina. Un grupo de artistas autodenominados La Auténtica Alianza de la Comedia asaltaron a Barschack en el escenario obligándole a interrumpir la actuación. La prensa británica ha descargado sus más viperinos cartuchos contra el atrevido aguafiestas. De acuerdo con las críticas, Barschack no volverá a disfrutar de otro momento de popularidad.

Con cerca de 13.000 actuaciones, la variedad es el denominador común del festival alternativo de Edimburgo. Mientras los anglosajones dominan en drama, comedia y humor, los extranjeros convierten el teatro gestual en su feudo personal. Wolgang Hoffmann y Sven Till, de la compañía alemana Fabrik, exploran los límites de la danza e interpretación en Pandora 88.

Encerrados en una caja del tamaño de un ascensor, transmiten emociones de frustración, claustrofobia, enfrentamiento y, finalmente, convivencia en una serie de movimientos coordinados con sorprendentes juegos de luz y sonido. "Cuando no hay escapatoria es necesario descubrir la forma de adaptarse al medio y a los demás. Trabajar en un espacio reducido es claustrofóbico, pero también liberador puesto que te obliga a ser más creativo", explica Hoffmann. Toni Mira, de la compañía catalana Nats Nus, ha elegido el mismo recinto de la iglesia de St. Stephen para acercar a Edimburgo su número de danza, Loft.

Una escena de<i> Pandora 88,</i> por la compañía alemana Fabrik.
Una escena de Pandora 88, por la compañía alemana Fabrik.STEFAN GLOEDI

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