_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Abstracto europeo

El italiano Piero Dorazio ejemplifica al artista atento al presente y a la tradición. Una filosofía que se aprecia en la exposición que le dedica el Instituto Valenciano de Arte Moderno, donde muestra sus constantes exploraciones de la abstracción a lo largo de más de medio siglo.

Si la trayectoria de Piero Dorazio (Roma, 1927) resulta ejemplar, es ante todo por su peculiar acompasamiento a la experiencia histórica en el marco de una permanente exploración de la abstracción. Formado como arquitecto y amigo del poeta Ungaretti, antes de cumplir los veinte años no sólo había sufrido la experiencia del fascismo y de la guerra consiguiente (por cierto que, según cuenta, la noticia de su estallido le encontró jugando al fútbol de guardameta, y le impresionó tanto, que se dejó marcar un gol), sino que, después de relacionarse con Severini y Prampolini, tuvo que hacer frente a las invectivas de Roderigo de Castiglia (alias literario del comunista Togliatti) contra el arte abstracto, quien sostenía que "un garabato" pintado no es, al fin y al cabo, sino "un garabato" pintado, aparte de expresión de "la putrefacción de la cultura burguesa en la época del imperialismo".

PIERO DORAZIO

IVAM

Guillem de Castro, 118. Valencia

Hasta el 7 de septiembre

Estas cosas -estas perogrulladas, en realidad- no son meramente anecdóticas. Al menos, no lo fueron para Dorazio. Tuvo que tomar medidas, es decir, alejarse de aquella atmósfera, visitar París (allí conoció, entre otros, a Matisse, Braque, Picabia y Le Corbusier), y más tarde instalarse en Estados Unidos (en 1954 hizo decisivos contactos con De Kooning, Rothko, Pollock y Newman). En 1974, sin embargo, se estableció en la soledad del monasterio de Todi, en la Umbría italiana.

Dorazio comenzó con la abstracción (Petit poème socialiste, 1948) y siguió con ella, en unos términos ciertamente particulares, determinados por el juego formalista con la función poética de las formas libres, con los ritmos, las atmósferas, las transparencias y la luz. En algún momento (entre 1958 y 1963) se orientó hacia la construcción de minuciosas tramas tendentes a la monocromía, más tarde se centró en las bandas de color y en otras estructuras cromáticas repetitivas. Y, entretanto, en los collages sobre lienzo. Fidelísimo a sus principios, se considera un pintor "europeo", lo cual significa: atento al presente, pero asimismo heredero consciente de una antigua tradición.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_