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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Calor, fuego, infierno

La asociación calor-incendios forestales provoca todos los veranos catástrofes infernales. Las altas temperaturas de éste, las mayores en decenios, que han causado ya 18 muertos en España, favorecen esa ecuación siniestra: en la primera semana de agosto se han calcinado en España más de 27.000 hectáreas de vegetación forestal, cifra equivalente a la acumulada en los primeros siete meses del año. En el vecino Portugal, con una superficie cinco veces y media inferior a la de España, además de 14 personas muertas a causa de las llamas, se han perdido 54.000 hectáreas de bosque, con una daño no inferior a los 500 millones de euros.

Los primeros análisis atribuían los focos iniciales de los incendios a los rayos descargados por las tormentas secas que han barrido de sur a norte la franja occidental de la Península. Ésa ha sido la causa probable de la mayoría de los fuegos registrados en Andalucía occidental y Extremadura, pero ayer fueron detenidos en Barco de Ávila dos hombres acusados de haber provocado los fuegos que destruyeron el pasado fin de semana unas 8.000 hectáreas en las provincias de Salamanca y Ávila. En Portugal hay 26 detenidos.

Se ha avanzado mucho en la investigación de las causas de los incendios forestales. Las policías autonómicas y la Guardia Civil consiguen esclarecer más del 80% de los producidos. Muchos de ellos son intencionados. También se ha avanzado en el equipamiento y cualificación técnica de las brigadas de extinción. Los recursos que las comunidades autónomas invierten en ellos son cuantiosos. Sin embargo, situaciones extremas como la del pasado fin de semana ponen de manifiesto que no todas tienen la misma capacidad. Andalucía, Cataluña o la Comunidad Valenciana, competentes en la materia desde mediados de los años ochenta, han logrado una eficacia notable; pero otras, como Extremadura y Castilla y León, carecen de infraestructuras y preparación para combatir el fuego a tiempo. Lo mismo ocurre en Portugal.

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Si, como sostienen muchos expertos, estamos ante fenómenos asociados al cambio climático, habrá que adecuar los medios a la nueva situación. Porque la experiencia de estos días ha vuelto a confirmar que las inversiones en prevención y en medios para combatir el siniestro con rapidez son menos costosas que la recuperación de lo que el fuego destruye.

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