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LA EXTRAÑA PAREJA
Columna
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Valvas y Balbás

Juan José Millás

Si cruzas los datos de audiencia de la tele con los del consumo doméstico de agua, llegas a la conclusión de que la gente tiende a tirar de la cadena cuando llega la publicidad, es decir, en los intermedios de la programación. Normal: se tira de la cadena para borrar las huellas del crimen. Si la conciencia tuviera un dispositivo para descargarse y volverse a llenar, sonaría igual que la cisterna del retrete. Y gotearía también, pues no hay mecanismo de cierre más chapuza que el de la conciencia. Muchas noches te levantas para cerrar bien el grifo y cuando llegas al cuarto de baño resulta que lo que goteaba no era el grifo del lavabo, sino el de la conciencia. Chop, chop, chop. No hay quien duerma.

Descargar la conciencia: Si la conciencia tuviera un dispositivo para descargarse y volverse a llenar, sonaría igual que la cisterna del retrete

Esto que hacen los sociólogos de cruzar datos reales para obtener conclusiones fantásticas está muy bien, porque dispara la imaginación de los usuarios de la mente. Si a los nueve meses, por ejemplo, de la comparecencia de Balbás en la Asamblea de Madrid se hiciera la estadística de los niños que no nacieron con relación a los que sí nacieron el mismo día y mes de años anteriores, sabríamos a cuánta gente fue capaz de deserotizar este sujeto que en casi todas las fotos ha aparecido subiéndose la cintura de los pantalones, como si tuviera un miedo patológico a perderlos. No sé nada de encuestas, ni de estadísticas, pero tampoco hay que ser un genio para concluir que en este país no folló nadie el día de la comparecencia de Balbás porque nos fuimos a la cama hechos polvo, dominados por un pesimismo antropológico que te quitaba las ganas de cualquier cosa, sobre todo de aquellas que, por mucho placer que proporcionaran por un lado, conllevaran, por otro, la amenaza de la reproducción.

Y es que José Luis Balbás (cada vez que escribo Balbás, el procesador de textos de mi ordenador rectifica y pone Valvas, como si supiera que estamos hablando de un tipo con cara de almeja) no intentó demostrar que él estaba limpio, sino que los demás estaban tan sucios como él. Después de todo, dijo, había aprendido de Guerra y había sido fontanero con Felipe González. En cuanto a Zapatero, le debía el puesto. Parecía un Gil y Gil menor, un gilito, dispuesto a convencernos de que él no era peor que el resto del mundo y que si usted y yo no tenemos sus millones ni sus influencias ni sus guardaespaldas es porque no estamos al loro. Desde luego, si la descripción que hizo de la FSM, del partido y del modo en el que él ha venido utilizando su dedo para quitar a éste o para poner a aquél se acerca un poco, sólo un poco, a la realidad, después de Simancas, y antes de las elecciones de 2004, el diluvio.

Ese día no hubo consumo de sexo, pero se tiró de la cadena más de lo normal. Hubo gente que tras la comparecencia de Valvas (ya estoy harto de corregir a mi procesador de textos, esta vez se queda en molusco) se duchó tres veces seguidas, pues te levantabas del sofá con una sensación de suciedad insoportable. Crucen los datos. Y crucen las cifras de audiencia del espectáculo socialista de Marbella no ya con el consumo de agua, sino con el consumo de whisky o de ginebra. A ver cuánta gente se ha dado al alcohol tras comprobar que los socialistas marbellíes, tras el espectáculo dado por los socialistas madrileños, se revuelcan en las pocilgas de Gil y gruñen de satisfacción cuando se llevan una monda al hocico. Crucen también los datos del impacto de estas noticias con los del número de gente que huye de la política a cien por hora para regocijo de Aznar, pues cada vez que un desencantado tira con desesperación de la cadena, las sustancias nutrientes de estas aguas fecales van a regar los huertos del PP.

Pero no todos los datos estadísticos son malos. TVE tuvo durante el mes de julio los niveles más bajos de audiencia de toda su historia. Es posible que esta emisora haya empezado a provocar en los espectadores un hábito de consumo de agua inverso al que provocan las demás. Es decir, que cuando tienes sintonizada La Primera no tiras de la cadena en los intermedios de la programación, que es lo normal, sino durante la programación misma, lo que, de confirmarse, constituiría un progreso moral sin precedentes. Animamos desde estas páginas a los sociólogos que han llevado a cabo el interesante estudio de la relación entre los hábitos de consumo televisivo y los de consumo doméstico de agua, para que profundicen en este extremo que, de confirmarse, abriría una luz al final del túnel. Gracias.

José Luis Balbás.
José Luis Balbás.GORKA LEJARCEGI

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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