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Las empresas tienen prisa por captar dinero

El volumen de emisiones de pagarés, bonos y preferentes crece un 46%, con 119.019 millones de euros hasta julio

Las empresas están aprovechando la coyuntura de bajos tipos de interés para pedir dinero a los inversores. Hasta julio, el mercado AIAF de Renta Fija ha admitido emisiones (pagarés, bonos, cédulas, preferentes) por valor de 119.019 millones de euros. Los mayores crecimientos se concentran en sus activos a más corto plazo (pagarés) y en los ligados a la financiación del crédito hipotecario.

La deuda de las familias tiene su reflejo en la renta fija con el gran crecimiento en cédulas hipotecarias y bonos titulizados

Es un buen síntoma de que las empresas cuentan con proyectos y necesitan financiarlos. Los caminos para pedir dinero, sobre todo en la gran empresa, se encuentran en la Bolsa por la vía de la ampliación de capital o mediante la emisión de activos de renta fija (pagarés, bonos, cédulas y participaciones preferentes). La Bolsa, pese a la mejoría registrada en el año, continúa siendo un terreno demasiado movedizo para pedir dinero a los inversores, mientras que la renta fija ofrece la ventaja de unos tipos de interés en mínimos históricos que permite captar dinero de forma barata.

Un buen ejemplo son los pagarés de empresas, títulos que se emiten a un plazo máximo de 18 meses, periodo tras el cual el emisor devuelve el capital y paga los intereses pactados. Pues bien, en julio de 2001, las compañías tenían que abonar un interés del 4,5%, mientras que en el mismo mes de este año abonan algo más del 2%. Un coste financiero que ha caído, pues, más de la mitad.

Las cifras totales de admisiones a negociación en el mercado AIAF de Renta Fija son elocuentes: hasta julio de este año las emisiones suman 119.019 millones de euros, frente a los 81.048 millones del mismo periodo de 2002, lo que supone un aumento del 46%. Ahora bien, desgranando estas grandes cifras en los distintos activos que se han utilizado para pedir dinero a los inversores, se encuentran grandes diferencias.

Los pagarés de empresas representan casi las tres cuartas partes de lo emitido en el presente año, con un volumen de 84.598 millones. Los bajísimos tipos de interés a corto plazo empujan a las compañías a captar dinero para sus necesidades más urgentes en un horizonte temporal muy cercano. Desde un mes hasta 18 meses, los pagarés cubren el corto plazo de la financiación empresarial. Los expertos apuntan que algunas sociedades están optando por esta fórmula frente a emisiones a más largo plazo por su bajos coste. El pagarés vuelve así a ser el líder indiscutible de la financiación empresarial.

En otras ocasiones, el crecimiento ofrece una directa relación con la marcha de la actividad empresarial y económica. Es el caso de las cédulas hipotecarias que las entidades financieras (bancos y cajas de ahorro) utilizan para captar dinero que posteriormente servirá para conceder créditos a sus clientes. Un instrumento especialmente útil cuando se trata de créditos hipotecarios a tipo fijo que han empezado a ponerse de moda este año para reguardarse de futuros movimientos alcistas en el índice Euribor. Entre enero y julio de 2002, las emisiones de cédulas hipotecarias admitidas en el mercado sumaron 2.620 millones de euros frente a los 12.310 millones de este ejercicio. Una cifra que prácticamente se ha quintuplicado dando respuesta a esa nueva necesidad.

Menos bonos

Esta prevención que empieza a darse en las economías familiares que vuelven a acercarse a tipos de interés fijos en sus hipotecas o que optan por fórmulas mixtas que garanticen durante algunos años una cuota cierta, también se da en las empresas. Las incertidumbres sobre el momento y el alcance de la recuperación de las economías está llevando a las compañías a asumir menos compromisos a medio y largo plazo. Pedir dinero a varios años vista no parece, hoy por hoy, muy conveniente sin tener muy claro el panorama económico que se avecina en los próximos ejercicios.

Así, frente al espectacular crecimiento de las cédulas hipotecarias, se ha producido un brusco descenso en los bonos y obligaciones que implican ese compromiso a más largo plazo. Este año se han realizado emisiones por sólo 1.290 millones de euros, frente a los 5.576 millones del pasado ejercicio. Fuentes empresariales consultadas explican que, cuando se disipen las incertidumbres sobre el crecimiento mundial, este segmento de bonos y obligaciones volverá a recuperarse y, mientras tanto, los emisores seguirán eligiendo el corto plazo para financiarse, porque además es el más barato, de acuerdo con la curva de tipos de interés. Los bonos de titulización también están íntimamente ligados al crédito de las familias, que este año alcanza récords históricos. Estos bonos que consiguen que desaparezca del balance de las entidades financieras los créditos que se convierten en bonos llevan también una singladura espectacular en el año, con un volumen de 15.846 millones, superior ya a todo lo emitido el pasado año.

Donde sí continúa habiendo una gran actividad es en las participaciones preferentes, ese híbrido entre bonos y acciones que se emiten a perpetuidad y cuya rentabilidad está ligada a la evolución de los beneficios empresariales. Además, desde este año, tanto las empresas como los bancos ya pueden emitir las participaciones preferentes sin tener que acudir a los paraísos fiscales desde los que se emitían. El Santander Central Hispano ha sido el primer emisor que ha aprovechado el cambio legislativo para lanzar estas participaciones preferentes desde España. Hasta julio, el volumen de preferentes admitidas en el mercado AIAF ha sumado 4.974 millones de euros, frente a los 3.006 de julio de 2002. Además, en lo que va de ejercicio ya se ha superado todo el volumen emitido durante el pasado año (3.166 millones).

Eso sí, en la financiación empresarial siguen siendo las grandes sociedades las que mandan. No existe facilidad para que las empresas de mediano tamaño puedan acercarse a este mercado. Se necesitan emisiones muy voluminosas que sean líquidas, es decir, que se puedan comprar y vender con facilidad, y eso nunca logra producirse con empresas de tamaño mediano o pequeño. Los datos son muy elocuentes. En el primer semestre del ejercicio actual, los 10 primeros emisores habían emitido el 68,8% de todo el dinero demandando a corto plazo. Las cifras son todavía más exageradas cuando se pide el dinero a medio y largo plazo, donde los 10 primeros emisores acumulan el 70,29% de todo lo pedido.

En el mundo bursátil todavía no se producen las condiciones idóneas para que las empresas demanden dinero. En lo que va de año, según datos de la Bolsa de Madrid, se han realizado 28 ampliaciones de capital, una buena parte de ellas liberadas, es decir, en las que el inversor no ha tenido que poner un euro y la invitación ha corrido a cargo de las reservas de la compañía. También casi la mitad de las ampliaciones se han realizado a la par, donde el inversor sólo paga el valor nominal de las acciones. En aquellas donde se ha exigido una prima y que, por tanto, son las que más dinero llevan a las arcas de las empresas, han sido de escaso volumen.

El SCH ha sido el primero en lanzar participaciones preferentes acogiéndose a la legislación española.
El SCH ha sido el primero en lanzar participaciones preferentes acogiéndose a la legislación española.CLAUDIO ÁLVAREZ

Esperando a las cuotas

El reglamento de cuotas participativas de las cajas de ahorro está muy avanzado y seguramente verá la luz tras el periodo vacacional. Las cuotas vendrán a ser el instrumento por excelencia en la financiación de las cajas de ahorro y se emitirán con unas características prácticamente idénticas a las de las acciones, aunque sin derechos políticos y con un estricto control en los pagos que realizarán a los accionistas (dividendos). Esta falta de voto en las cuotas participativas las coloca también cercanas a los activos de renta fija, por lo que en el precio de la cuota habrá una penalización frente a las acciones bancarias.

La emisión de las cuotas afectará también al actual mercado de bonos. Las cajas utilizan actualmente las participaciones preferentes y la deuda subordinada, que son los activos más próximos al capital y les sirven para cubrir sus coeficientes de solvencia.

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