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Desde el Pacífico
Columna
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La economía de la dádiva en Silicon Valley

PARA HACERSE RICO en Silicon Valley hay que ser capaz de regalar. Un estudio provocador muestra que los inversores de alto riesgo se comportan como las tribus de Melanesia y que una parte esencial de sus relaciones descansa sobre la dádiva. Este funcionamiento muy particular explica en parte por qué a los europeos les cuesta establecerse en la zona.

Michel Ferrary, profesor de Administración de Empresas y autor del estudio que será publicado en la revista California Management Review, parte del papel esencial de las sociedades de inversión de alto riesgo, que se dedican a recibir dinero de bancos, grandes corporaciones o universidades para invertirlo en la creación de empresas. El arte radica en reducir los riesgos.

Joh Doerr: "Nunca estudio un proyecto sin recomendación de alguien que respeto. Recibo 2.500 proyectos al año y apenas invierto en una decena"
La evaluación de los inversores de alto riesgo depende de información que no es comercializable. Para obtenerla utilizan las redes personales de sus amistades

Tanto en el caso del análisis de mercado sobre el cual una nueva sociedad se lanza, como en el de las tecnologías que usa o de su equipo de dirección, la evaluación de los inversores de riesgo depende de información difícilmente comercializable. Para obtenerla, utilizan sus redes personales de relaciones y amistades. Y para empezar, como lo explica Ferrary en un estudio anterior, sólo consideran "los proyectos recomendados por una persona considerada fiable por ellos (abogados, profesores universitarios...)". Resulta ser la manera más eficaz y más rápida de seleccionar entre tantas demandas.

John Doerr, uno de los inversores más famosos, explica: "Nunca estudio un proyecto que no me haya sido altamente recomendado por alguien cuyo juicio respeto. Recibo más de 200 proyectos al mes, casi 2.500 al año, mientras efectúo apenas una decena de inversiones en el mismo período. No tengo materialmente tiempo suficiente para analizarlos."

Quienes hacen dichas recomendaciones se cuidan mucho porque su reputación está en juego. El papel de las redes sociales no se detiene ahí. Resulta difícil vender una información sobre el alcoholismo o la falta de honestidad de un dirigente empresarial, pero se puede fácilmente comunicar de manera informal durante una comida o después de un partido de tenis. En su búsqueda de informaciones que les permitan evaluar el verdadero valor de una propuesta, de esos detalles que nunca aparecen en los informes pero que son esenciales para juzgar individuos, tecnologías o mercados, las redes sociales aparecen como "un modo de difusión de la información y del acceso a los recursos más eficiente que el mercado" escribió Ferrary.

A la inversa de lo que pasa con los intercambios meramente mercantiles, la "dádiva", explica Ferrary, "no se traduce por una compensación inmediata, sino por una compensación diferida cuya naturaleza no es formalizada, el contrato es implícito e incierto". La lógica estudiada por el sociólogo Marcel Mauss con los melanesios se aplica a los capitalistas de riesgo que no cuantifican el valor de la información que piden y no dicen cuándo darán un favor correspondiente, pero siempre terminan invitando a quienes los han ayudado a participar en el lanzamiento de una buena empresa, en el consejo de dirección de otra, etc. Y funciona porque cualquier persona que no respete los compromisos adquiridos sería rápidamente marginada.

"En Silicon Valley, las informaciones intercambiadas soportan una gran incertidumbre, lleva a los actores económicos a socializar el intercambio económico". De ahí la importancia de las redes personales en Silicon Valley, ya que "para estabilizar a las redes socio-económicas, los individuos tienen que ser interdependientes y disponer de recursos complementarios".

El análisis de Ferrary permite que los extranjeros entiendan por qué les resulta difícil establecerse en Silicon Valley. Quienes llegan tienen pocos recursos a intercambiar, a menos que pasen por las redes étnicas existentes y poderosas como son, en particular, la china, la india y la mexicana. Así se comprende también la cultura empresarial de la "coopetición" por ejemplo, esa competencia que no excluye la cooperación, un modelo frecuentemente considerado como el más adecuado para la era de la información.

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