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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Hablemos de Madrid

Paseando estos calurosos días por el barrio en el que vivo, observo el lamentable estado en que se encuentran las zonas verdes. Es curioso que, a la hora de podar innecesariamente los árboles, los operarios municipales parecen multiplicarse, pues llevan a cabo su desafortunada tarea con tesón. Pero después de la masacre desaparecen hasta la siguiente temporada, dejando una serie de trabajos por hacer y que nunca se hacen. Por ejemplo, regar tanto las superficies como los árboles de aceras, parques y zonas verdes entre edificios. Claro que topamos con el argumento clásico de desconocimiento de competencias.

Según el Consistorio, hay terrenos que pertenecen al municipio y otros a la empresa que en su día construyó el barrio. Y, unos por otros, los árboles se mueren y las praderas, convertidas en eriales, acumulan desperdicios y residuos que nunca se recogen. Si, como anuncian en sus programas, los servicios municipales están para servir al ciudadano, creo que se desentienden de muchas de sus obligaciones, aunque siempre están dispuestos a acometer alguna obrita de las que ya dudamos su necesidad. Para esas obras siempre hay presupuesto municipal. Ahora bien, aun recayendo toda la responsabilidad en las autoridades incompetentes, no dejo de culpar también a los vecinos de la zona, que, siendo los más afectados por ser los que viven de cerca el problema, se desentienden olímpicamente de lo que les rodea, y podemos ver que grupos de vecinos que pasan horas sentados en los bancos de la calle día tras día asisten a esta agonía vegetal sin inmutarse, sin molestarse en reclamar un servicio de jardines o de ocuparse ellos mismos de regar esos árboles que les adornan y favorecen su entorno.

Con este desprecio a lo que nos beneficia a todos, tampoco podemos esperar una respuesta conjunta a la desidia de nuestros gobernantes, porque la desidia está en cada uno de nosotros. Quizás haya de educar a las generaciones más jóvenes en el respeto y el cuidado de todo cuanto les rodea, en especial de los seres vivos.

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