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VISTO / OÍDO
Columna
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El golpe

Cuando escuché decir al cura de la Conferencia Episcopal que la base para la resolución de los embriones congelados "iba por el buen camino", comprendí que algo malo estaba sucediendo; peor cuando dijeron muchos que los embriones son "personas humanas", ¡y no lo son! No hay más que un proyecto, y se ve que va a restringir el de la reproducción asistida. Los científicos gozan, porque las quizá 500.000 "personas" congeladas van a ser utilizadas para investigación médica; los enfermos también porque ven un horizonte de curación. Si no se hacen células "madre" (otra palabra cargada), Dios se quedará más tranquilo. (Persona: diferencian persona humana de persona divina, que son las de la Santísima Trinidad; desde que se apagaron sus hogueras con olor a carne quemada y los fusiles franquistas, se puede prescindir de esa acepción. Para mí existe la "persona animal"; ellos creo que siguen diciendo que son como máquinas).

Cuando escuché a Cristina Alberdi su crítica al partido socialista comprendí que algo muy grave estaba sucediendo. No es una persona (humana) de mala fama, como el dúo Tamayo / Sáez, es de buena familia, y por lo tanto más creíble (para quien quiera) cuando dice que Maragall es exótico, que la acusación del PSOE al PP en la trama de Madrid es ridícula, que la FSM está podrida. Ser mas creíble no quiere decir estar en lo cierto; decir lo mismo que el PP no es estar en la verdad sino más bien al contrario. Pero su pobre partido queda apuñalado por ella: agonizante. Aún puede que Maragall gane en Cataluña; es imposible que Simancas salga bien parado en la comisión, y es dudoso que las nuevas elecciones las ganen los socialistas; y menos, las generales.

Cuando escuché a Caldera decir que esas cosas han de manifestarse dentro del partido, y no escucho a otros rebatirla, comprendí que la alianza circunstancial, tímida, vergonzante con Izquierda Unida, a la que otros llaman "el comunismo", había terminado. Comprendí que la reacción popular al chapapote y a la guerra de Irak se habían apagado: de la misma Galicia salieron los nuevos combatientes, mientras una autoridad hablaba a un muñeco de piedra en nombre del Rey: como era en un principio. Comprendí que Aznar no es tan tonto como parece, sino un hombre capaz de destruir a la oposición sin correr ningún riesgo: solamente saltando sobre los escrúpulos de otros. Le basta un golpe de mano. (Es galicismo. En español, manotazo. Para algunos, golpe de Estado; para otros, atraco).

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