La bella recupera el trono
A punto de cumplir 30 años, la holandesa De Bruijn se impone en los 50 mariposa
Inge de Bruijn, la reina de Sydney, recuperó ayer su trono en Barcelona. A punto de cumplir 30 años, la bella holandesa, la tricampeona olímpica, volvió a ser la más rápida en los 50 mariposa. Con la elegancia que la caracteriza, con esa sonrisa que siempre la acompaña, De Bruijn reeditó la gloria de la cita olímpica y se encaramó a lo más alto del podio, por delante de la incansable Jenny Thompson, plata, y de la sueca Kammerling, bronce. De Bruijn ya no es tan rápida como en Sydney -ayer nadó en 25,84s-, ni pulveriza récords como entonces, pero, tras un prolongado periodo de opacidad, parece haber recuperado la ambición de ganar. "Sé que hay nuevas rivales, pero yo estoy en buena forma y tampoco me infravaloro", señaló al llegar a Barcelona. No nadará los 100 libre ni los 100 mariposa, distancias en las que conquistó el oro en Sydney, pero sí los 50 libre, para cuya final se clasificó ayer, con absoluta superioridad, apenas 75 minutos después de colgarse el oro.
Su enorme sonrisa, su gesto triunfal al concluir los 50 metros y saberse ganadora -alzó primero su brazo y después su dedo índice- confirman que la bella holandesa está de regreso, vuelve a disfrutar con la natación. "¡Olé, olé, olé!", tarareaba, exultante, y repartiendo besos a doquier antes de subirse al podio. No era para menos. Acababa de poner fin a un periodo oscuro en el que natación le había proporcionado más disgustos que alegrías. Desde 2000, su año triunfal, el nombre De Bruijn apenas se había vuelto a relacionar con grandes gestas. Aquel verano, tras pulverizar siete récords mundiales durante la primavera, dejó boquiabierto al mundo al alzarse, a sus 26 años, con la triple corona olímpica (50 y 100 libre y 100 mariposa). Pero su exultante demostración la puso bajo sospecha. Hasta entonces, Inge había sido una buena nadadora, nada más.
Llegaron los controles antidopaje y, también, la imposibilidad de demostrar que se hubiera ayudado de sustancias dopantes para firmar sus plusmarcas. Pero la sospecha supuso para De Bruijn un golpe moral, que repercutió en su forma de nadar. Su paso por Fukuoka 2001 fue casi testimonial y el año pasado ni siquiera participó en los Europeos de Berlín. "Fue una buena decisión; pude centrarme en otras cosas", señaló hace unos días. "Y no nadar competiciones internacionales desde entonces, no me crea más presión".
Algo había cambiado en su vida. La nadadora, la antigua bailarina, gimnasta, waterpolista y amazona, había recuperado las ganas de competir. Había abandonado su antiguo club, el PSV, el mismo de Van den Hoogeband, y a su entrenador, Jacco Verhaeren, para representar al De Dolfijm Spax y acatar la disciplina de Hans Elzerman. "En abril hice unos buenos resultados en los nacionales y eso me ha llenado de confianza", asegura. "El reloj se ha puesto a cero y todas partimos con las mismas posibilidades". Por lo que parece, la bella holandesa tiene más.
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