Menorca y la torre perdida de Chillida
El escultor Eduardo Chillida, fallecido en agosto de 2002, quiso tener un taller para trabajar en el entorno de su casa de veraneo en la isla de Menorca, Quatre Vents, entre Alcaufar y s'Algar, en Sant Lluís. También imaginó para esta costa una torre-escultura, en homenaje a la Luna, para contemplar mejor su reflejo sobre el mar y hacer pasar por el seno de su obra rayos de la nítida luz nocturna. La imagen de la Luna plena de agosto, cercana y enorme, era una de las pasiones de Chillida, que en un filme de su hija Susana pasea y gesticula entre los entornos lunares de las taulas y talaiots, monumentos prehistóricos cargados de fuerza y misterio. Ni el taller ni el mirador con firma pudieron construirse debido a las restricciones urbanísticas. Una gran ocasión perdida para Menorca. Chillida trabajó en la isla multitud de sus terracotas y arcillas, amparado en la sombra de una higuera de su finca insular y, exigente, estropeó en su cementerio muchas piezas que refutaba. Sus hijos Eduardo y Luis, y su viuda, Pilar Belzunce, evocaron esta memoria viva en Palma con motivo de la muestra de dibujos y esculturas Manos -manos de porteros del portero de la Real Sociedad que fue Chillida- en el Museo de la fundación March. Pilar Belzunce viajó desde Menorca hasta Mallorca para asistir a la apertura de la muestra, y fueron sus anfitriones, Juan March Delgado y su esposa, María Antonia Juan. Todos los miembros de la familia Chillida portaban pectorales o pequeñas chapas de oro con la impronta artística de su padre.
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