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Reportaje:TOUR 2003

El 'hombre 20'

El silencioso y discreto Lüttenberger, un ciclista regular a toda prueba, clave del triunfo por equipos del CSC

Carlos Arribas

Un año, cuando estaba en la cumbre de su carrera, Miguel Indurain fue a correr la Escalada a Montjuïc, el critérium que cierra la temporada, y como no estaba para ganar, uno de los patrocinadores tuvo que devanarse los sesos para lograr vestirle con un maillot propagandístico de su producto y, así, justificar la inversión en la contratación del navarro. La solución con la que dio fue curiosa, y tuvo su punto de gracia. Como Indurain había terminado el 20º el sector en línea y también el 20º en la cronoescalada, el organizador se dio una palmada en la frente, dijo "tate, lo tengo, no hay problema: 20º en los dos sectores, Indurain gana el premio a la regularidad". Lástima que los organizadores del Tour no dispongan de tanta libertad, ni sean tan originales, a la hora de discernir los premios, si no, más gente se habría dado cuenta de que Peter Lüttenberger participa en el Tour del Centenario.

El veterano de 30 años brilló en el Carrera, pero no en el ONCE, como pretendía Manolo Saiz
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El arte de la fuga

El corredor austriaco, un escalador menudo que ganó la Vuelta a Suiza en 1996 y quedó quinto en el Tour de aquel año, cuando corría en el Carrera de Chiappucci y Pantani, ha protagonizado un hecho insólito, tan extraño que si lo hubiera intentado hacer adrede no lo habría conseguido: en las tres primeras etapas pirenaicas, la de Ax, la de Loudenvielle y la de Luz Ardiden terminó clasificado el 20º, justo el puesto en la general que ocupaba después de salir de los Alpes. "Es que soy muy regular", explica, riéndose, Lüttenberger, quien, ayer, quiso brillar un poco más y participó en la fuga que llegó a Burdeos con ocho minutos, con lo que avanzó hasta el puesto 13º en la general. "Estoy muy bien de forma, lo que pasa es que tengo que trabajar para el equipo, subir agua a los líderes, a Tyler Hamilton y Carlos Sastre, atender a todas sus órdenes, y cuando ya acabo la faena, ya puedo dedicarme a mi propia carrera, e intento terminar lo más arriba posible".

Después de brillar en el Carrera, Lüttenberger, de 30 años, residente en Montecarlo, fichó por el ONCE, donde no estuvo a la altura de las expectativas de Manolo Saiz, por lo que volvió a Italia, al Tacconi. "Y allí estaba hasta que el equipo dejó de pagarme, la temporada pasada, por lo que acabé en juicios y me encontré sin equipo al comienzo de este año", dice. "Luego tuve ofertas de muchos equipos pequeños, pero yo soy un hombre de grandes vueltas, tenía que encontrar uno que me trajera al Tour, y acabé en el CSC".

Con el fichaje de Lüttenberger, Bjarne Riis puede darse el gustazo de gritar "bingo". Lüttenberger fichó por el equipo danés en mayo, debutó en la Vuelta a Luxemburgo y hasta el Tour no ha tenido bicicleta de la marca Cervélo, la que equipa al equipo, por lo que ha tenido que correr en la Dauphiné y otras pruebas con la suya propia, a la que había tenido que borrar la marca. "Es que la Cervélo se hace en Canadá y han tardado un poco en mandármela", dice. Pero con Cervélo o sin Cervélo, gracias a él podría decirse que el conjunto de Riis está a punto de ganar la clasificación por equipos. Y no sólo por la escapada de ayer, que generó otros ocho minutos de ventaja para el CSC en la cabeza de la tabla, sino por su inaudita regularidad: sus vigésimos puestos le han convertido cotidianamente en el tercer hombre del equipo -la clasificación por equipos se establece sumando en todas las etapas los tiempos de los tres primeros de cada conjunto-, en el hombre discreto, invisible, que ha ganado una importante batalla para quienes le pagan.

Peter Luttenberger, en su presentación antes del inicio de este Tour.
Peter Luttenberger, en su presentación antes del inicio de este Tour.AFP

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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