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Altos funcionarios de la Comisión Europea mezclaron actividades públicas y privadas

Carlos Yárnoz

El caso Eurostat está poniendo de relieve gravísimas irregularidades y prácticas más que dudosas que durante años han existido en la Comisión. El Ejecutivo comunitario reconoció ayer sin rubor que Yves Franchet, el director general de Eurostat destituido la semana pasada, y otros directores generales de la Comisión han pertenecido a las cúpulas o consejos de administración de al menos dos empresas privadas cuyos contratos con Eurostat van a ser ahora rescindidos.

Se trata del Instituto TES (Training of European Statisticians) y del CESD (Centro Europeo de Formación de Técnicos Estadísticos), ambos creados como empresas sin ánimo de lucro que cobraban por los cursos que impartían y recibían abundantes subvenciones de la Comisión. Increíblemente, el Ejecutivo comunitario autorizó inicialmente la presencia de Franchet y otros en los órganos directivos de ambas empresas ahora bajo sospecha. El Tribunal de Cuentas de la UE desaconsejó ese tipo de prácticas en 1993, pero Franchet, que presidió el CESD hasta 1995, dimitió como alto cargo de las dos sociedades el 16 de abril de 1997.

"Esperamos el informe de OLAF [la Oficina de Lucha contra el Fraude de la UE] para saber si hubo enriquecimiento personal", dice la Comisión sobre prácticas como ésa o la existencia de cuentas ocultas que eran manejadas al alimón por directivos de Eurostat y de las empresas contratadas. La destitución de Franchet y sus dos directos colaboradores, la conversión de los siete directores en asesores y una investigación sobre los 40 jefes de unidad han colocado a Eurostat en una difícil situación.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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