_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tauromaquia

En la Casa de la Provincia tiene lugar una exposición sobre tauromaquia de Rodolfo Álvarez, a quien me imagino joven por su osadía y desinhibición, y viejo por su distanciamiento y su ironía. Es una visión que bien pudiera ser del mayor enemigo de la corrida desde la defensa del magnífico animal, aunque siempre queda la duda de que sea efecto de su sentido del humor. En cualquier caso se trata de una desmitificación de la tauromaquia y de cuantos participan en ella, grotesca en ocasiones, seria en otras, a veces agresiva y tremenda o irónica. No es fácil descubrir el sentimiento y la intención del autor, pero los visitantes que encontré salieron sonriendo; a pesar de que sus títulos tan literarios obligan al espectador a pasar un buen rato leyendo pegado a la pared.

Como era de esperar, hay muchos cuadros dedicados a la muerte: muerte de toreros como Juan Belmonte, Ignacio Sánchez Mejías, Pepete, y el Sr. Cándido. Una irónica Muerte del torero, atropellado por un coche, una Levitación de Pepe Hillo el día de su cogida y muerte y un contradictorio Todos los toreros mueren en el ruedo. Tiene también un serio homenaje a Pedro Romero, un Velatorio del caballo y aparición espontánea del General Franco en el tendido y un drástico: La plaza como edificio del poder, sentencia muerte.

Acordándose quizá de La música callada del toreo de Bergamín, Rodolfo Álvarez no ha olvidado los temas de música y baile como Café cantante, Baile por banderillas. Se rememora desde los toros de Creta y La danza de Salomé pidiendo la muerte del artista, que no sabemos si se refiere a la del mismo autor.

Hay personas de la cultura en la plaza: Mari Bárbola, la enana de la Meninas va a los toros y se la ve sentada en el tendido; Picasso, de arenero, limpia despojos; Recuerdo al Guernica y Buñuel y García Lorca buscan la salida, la buscan afanosamente subidos en una avioneta que sobrevuela el ruedo.

En cuanto a los picadores, un cuadro sin título muestra a uno con su largo atributo de pica. Otro es El picador derribado. El drama de la noche. Todo lo negro es toro.

Como conoce bien el tema, aunque parezca mentira, me he quedado con la curiosidad de saber si es o no es aficionado a los toros.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_