Patxi Ruiz gana la final del Manomanista por la lesión de Olaizola II
Patxi Ruiz gana contra pronóstico el Manomanista gracias a que Aimar Olaizola recae de su lesión
Sólo Patxi Ruiz, nuevo campeón del Manomanista, salió ganando ayer. Todos los demás perdieron. Perdió Aimar Olaizola, el favorito y pese a todo el mejor en el cómputo global, en una final diseñada a su disposición. Perdió la Liga de Empresas, el organismo que organiza la competición, que sin cumplir aún un año no le queda ya ni rastro de credibilidad. Perdieron Asegarce y Aspe, las empresas que manejan la pelota desde la trastienda. Perdió la pelota en general, también los espectadores que vieron el partido desde el Atano III de San Sebastián (algunos malgastaron 110 euros) y por televisión. Y, cómo no, perdió la mayoría de quienes apostaron su dinero, quienes creían que Olaizola, dos meses después de su lesión y tras un retraso no reglamentario, ganaría de calle la final.
Nada se cumplió. Por no haber, no hubo ni final. Patxi Ruiz ganó el partido por 22-7, pero nunca tuvo rival porque Olaizola II, en uno de los primeros golpeos con la mano derecha, sintió un pinchazo en el brazo, ése que ha llevado de cráneo a todo el mundo de la pelota en los últimos meses, y se evadió del partido.
Pronto se resolvieron las dos incógnitas de la final. La primera duda era la cabeza de Patxi Ruiz. Su tendencia a evadirse mentalmente en algunas citas importantes de-sapareció esta vez, salvo en un par de dejadas mal elegidas y precipitadas. La segunda se alojaba en el brazo de Aimar Olaizola. Pronto se encendieron las alarmas. A él le correspondió el primer saque, y consiguió dos tantos. Sin embargo, enseguida sintió el dolor en la derecha. No se sabe si se le abrió la cicatriz, o una contractura, o acaso algo peor, una recaída. Pero Olaizola se comportó de una manera extraña. No era el Aimar de siempre, un pelotari seguro y difícil de descentrar.
A Olaizola le atacaron las prisas. Quería acabar cada tanto por la vía rápida. Patxi Ruiz, que afirmaba sentirse víctima y perdedor antes del partido, que estaba enfadado con las pelotas de juego que le dieron a elegir, y llegó al Atano III disgustado con el mundo, recordó su anterior partido, precisamente ante Olaizola y con éste lesionado. Entonces, su rival le ganó con una sola mano, hasta que optó por retirarse. Esta vez, Patxi Ruiz no estuvo dispuesto a perdonar. Sacó su instinto depredador y, a golpe de pelotazos, sacó de la cancha a su rival. Logró diez tantos seguidos (2-10) y se procuró una autopista hacia el triunfo. La final ya era historia. Sólo había que cumplir el trámite de llegar hasta el 22 en el tanteador.
El partido duró menos de una hora, pero el tiempo real de juego sobrepasó por poco los diez minutos, es decir, a 11 euros por minuto para los espectadores de la grada principal en un choque que careció de emoción, interés o calidad. Y que cada minuto que pasaba fomentaba las preguntas entre la concurrencia sobre la inutilidad de retrasar el partido hasta pleno mes de julio, la poca seriedad del supuestamente acontecimiento pelotístico del año y otra cuestión retórica: ¿antes de permitir esa final así, no habría sido mejor recurrir a un suplente, Abel Barriola, que llegara en plenas condiciones y en la fecha reglamentaria?
Pero no ocurrió según lo previsto. Olaizola jugó el partido porque estaba escrito en el guión, que debía jugar la final y ganarla. Sin embargo, no se cumplió por completo. Patxi Ruiz se llevó la txapela, aunque nunca hubiera imaginado un final feliz tan desvirtuado para él.
"Así es difícil ganarme"
El nuevo campeón, Patxi Ruiz, de 23 años, 1,85 metros y nacido en Estella, sucede a Abel Barriola en el palmarés del Manomanista. Ambos, y también Olaizola, todos navarros, representan la nueva hornada de la pelota.
Tras colocarse la txapela, Ruiz admitió la influencia que tuvo la lesión de su rival en el partido, pero quiso convencerse a él y los demás de lo meritorio de su triunfo: "Aimar no estaba del todo bien, pero es muy peligroso. Yo sí he jugado bien y así es muy difícil ganarme".
Después de "esperar tanto" a que se disputase la final tras el aplazamiento, Patxi Ruiz salió al Atano III "con mucha rabia" y "muy serio". En cuanto terminó el partido, no se olvidó de dedicar la victoria a un primo suyo que murió la semana pasada.
Por cuarto año consecutivo, el campeón del Manomanista rompió los pronósticos. Antes, lo hicieron Barriola, Eugi y Beloki.
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