La vieja Europa se acerca a Nueva York
En pleno corazón centroeuropeo, en la orilla austriaca de ese lago de Constanza que comparten Alemania, Austria y Suiza, ha desembarcado este verano la comedia musical de Broadway, con un título tan emblemático como West side story, de Leonard Bernstein. Canciones tan populares e instaladas en la memoria popular colectiva como Maria, Tonight o I feel pretty sirven de estímulo para un reencuentro afectivo en Bregenz entre la vieja Europa y América.
La escenografía del artista ruso George Tsypin, dominada por un monumental rascacielos hundiéndose en el lago, conduce inevitablemente a una asociación con los tristes sucesos del 11 de septiembre en Nueva York. La idea del proyecto, dirigido escénicamente por Francesca Zambello, es, sin embargo, anterior. Los autores han preferido mantener su planteamiento inicial, sabiendo que el recuerdo es inevitable. La imagen plástica es poderosa y hereda, en cierto modo, la de la muerte pasando las páginas de un libro de hace cuatro años con Un ballo in maschera, de Verdi. Los enfrentamientos entre los Jets y los Sharks se sitúan en un contexto metafórico de altos ejecutivos bursátiles como telón de fondo. Los dos mundos no se interfieren, aunque juntos den una visión nada optimista de una sociedad en la que las canciones son la única esperanza.
En el festival de Bregenz se renueva cada dos años el título principal que se representa en el escenario flotante del lago de Constanza. Veinticinco funciones cada año, en base a 7.000 espectadores por noche, llevan a la conclusión de que equivocarse en la elección del título, o en la espectacularidad del montaje, sería una ruina. Por el alto porcentaje de localidades vendidas hasta el momento parece que la apuesta por West side story ha sido un acierto pleno. Hay también en Bregenz teatros cerrados de menor capacidad, que albergan un repertorio más minoritario.
Versión de Janacek
Este año, por ejemplo, se inauguró el festival con una más que notable versión de La zorrita astuta, de Janacek, dirigida musicalmente por Vladímir Fedoseyev y escénicamente por Daniel Slater. A mediados de agosto se estrenará una ópera de Georg Friedrich Haas, con el Klangforum de Viena dirigido por Sylvain Cambreling.
En conjunto visitan cada año el festival 192.000 personas (si tomamos la media de las cuatro últimas ediciones). El presupuesto anual es de 17,44 millones de euros, de los cuales la subvención alcanza 5,5 millones.
El festival reposa, en cualquier caso, sobre su título acuático. Si Bregenz, la capital del Vorarlberg, tiene una población de 28.000 habitantes y la oferta de su espectáculo estrella es de 350.000 localidades, queda clara una intencionalidad turística prioritaria, reforzada por las exposiciones de la bellísima Kunsthaus diseñada por Peter Zumthor (este verano, del peculiar artista vienés Franz West, tan activo en las manifestaciones contra la guerra de Irak) y por una gastronomía en evidente ascenso. Incluso se ha inaugurado recientemente un interesante museo dedicado a la naturaleza en la vecina Dornbirn.
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