El enigma de la peor traición al PSOE
Aznar aconsejó a Esperanza Aguirre la estrategia para aprovechar la fuga de dos socialistas
Eduardo Tamayo Barrena, el tránsfuga socialista más conocido de España, no está loco. O al menos eso cuenta él: "Yo me he podido suicidar políticamente, no hay duda. Pero lo he hecho conscientemente".
Actuó el 10 de junio pasado con premeditación y alevosía. Ocultó sus intenciones hasta el último minuto y entonces, cuando todos los parlamentarios ocupaban sus escaños para la constitución de la Asamblea de Madrid, huyó en compañía de María Teresa Sáez, diputada socialista como él, con un botín de incalculable valor: dos votos decisivos para formar el Gobierno de la Comunidad de Madrid con la suma de los escaños de PSOE (47) e IU (9).
¿Nadie barruntó la traición?Tamayo dejó algunas pistas falsas y luego se escudó en ellas para justificar que el PSOE pudo evitar la catástrofe pero no quiso.
Ignacio Díez, el patriarca de los Renovadores por la Base -la familia socialista a la que pertenecía Tamayo- andaba con la mosca detrás de la oreja porque Tamayo, a comienzos de junio, le había expresado su descontento por una cuestión que él consideró menor. En el reparto de los siete cargos de la Mesa de la Asamblea de Madrid -un presidente, tres vicepresidentes y tres secretarios- al PSOE le correspondían tres sillones y ya había elegido quiénes iban a ocuparlos: Francisco Cabaco para la presidencia, Marcos Sanz y Maribel Manzano para dos secretarías. Era lo previsto.
Tamayo ocultó a Blanco sus intenciones, sólo le habló de que Simancas no le hacía caso
Los Renovadores por la Base consideraban a uno de los tres, Marcos Sanz, dentro del grupo del 46% que perdió el último congreso de la Federación Socialista Madrileña (FSM) y en el que se encontraban también ellos. A Tamayo, que nunca hablaba con los responsables de la dirección socialista pese a que pertenecía a ella, no le gustó el nombramiento de Maribel Manzano. O eso fingió para sustentar su descontento. Maquinaba ya su traición y necesitaba elementos para defenderla. "Yo no estoy de acuerdo y algo hay que hacer", señaló Tamayo a Ignacio Díez.
EL PRIMER AVISO
Tamayo cuenta sus planes
Díez organizó un almuerzo el viernes 6 de junio, cuatro días antes del pleno de constitución de la Asamblea de Madrid. Se reunieron en el restaurante Pacedom de Alaska, en la calle Ayala de Madrid, los dirigentes con más poder dentro de los Renovadores por la Base: Ignacio Díez, José Luis Balbás, Luis Maestre y Eduardo Tamayo. Eran los jefes de una familia que en el PSOE tiene mala fama pero a la que que los distintos sectores del partido se han acercado en alguna ocasión en los últimos 12 años para lograr los votos necesarios con los que ganar congresos.
El almuerzo fue mal. Eduardo Tamayo lanzó la idea de abstenerse o no acudir a la votación de la constitución de la Asamblea, con lo que forzaría un empate, a 55 votos, entre el PSOE e Izquierda Unida, por un lado, y el Partido Popular, no saldría ningún candidato y la dirección socialista tendría que negociar con él.
Simancas garantizó a los Renovadores por la Base cuotas de poder sólo en el grupo parlamentario
"Eso es un chantaje, y nosotros no hacemos chantajes", le contestó Ignacio Díez.
Aquella comida activó algunas alarmas. El domingo 8 de junio, los socialistas madrileños celebraban una reunión de su Comité Regional en el edificio que UGT tiene en la Avenida de América, en Madrid. Al finalizar, Ignacio Díez se acercó a Rafael Simancas, secretario general de la FSM, le preguntó por la situación y le habló de algunas inquietudes y descontentos dentro de los Renovadores por la Base.
"Le contesté que en el reparto de cargos dentro del grupo parlamentario no iba a haber ningún problema y que se respetarían las cuotas. Pero le aclaré que el Gobierno era otra cosa y que lo haría de acuerdo a criterios de eficacia, solvencia y confianza, porque se trataba de gestionar una Comunidad donde viven 5,5 millones de personas y que en ese terreno no se podían aplicar las cuotas", recuerda Simancas.
El portavoz socialista mantiene que pensaba en un Ejecutivo de un máximo de 12 personas, de las que tres podían ser de Izquierda Unida en base a los acuerdos que se alcanzaran. "No había pensado en hacer consejero a Tamayo pero sí a José Antonio Díez, por ejemplo, que es vicerrector y tiene claras cualidades". Díez fue el candidato de los Renovadores por la Base en la lucha por la secretaría general que Simancas ganó en 2000.
Ignacio Díez conoció el plan de Tamayo días antes y le espetó: "Nosotros no hacemos chantajes"
Aquel aviso de Ignacio Díez a Rafael Simancas y otros de parecido tenor llevaron a Tamayo hasta el despacho de José Blanco, secretario federal de organización del PSOE, en la noche del 9 de junio, doce horas antes del comienzo del pleno de constitución de la Asamblea de Madrid. Blanco le recibió con prisas pues había quedado a cenar con Jesús Caldera y Alfredo Pérez Rubalcaba. Tamayo se quejó de que Simancas no estaba contando con ellos y Blanco no le dio importancia dado que el Gobierno aún se estaba confeccionando y quedaban muchos días para resolver los inconvenientes que fueran surgiendo. "Si me hubiera dicho lo que pensaba hacer hubiera estado con él toda la noche", señala Blanco.
Pero apenas estuvo diez minutos. Tamayo ocultó lo que planeaba y Blanco dio por resuelto el incidente.
ELABORACIÓN DE LISTAS
"Sáez no debe seguir"
A la mañana siguiente, el tránsfuga huyó con María Teresa Sáez, la diputada que a punto estuvo de no entrar en las listas por su incapacidad parlamentaria durante la anterior legislatura. Unos meses antes de las últimas elecciones, Ignacio Díez avisó a Tamayo:
-Mayte Sáez no puede seguir. No ha hecho nada en cuatro años.
Tamayo le tranquilizó:
- No te preocupes. Yo la controlo.
El tiempo se echó encima y Tamayo no convenció a María Teresa Sáez de que iba a quedarse fuera de la candidatura. "Para evitar problemas y escándalos", entró en el puesto 46, un lugar que no garantizaba el escaño. El PSOE sacó 47 diputados.
Repetía María Teresa Sáez por segunda vez en una candidatura a la que llegó por ser mujer. "Se trataba de cubrir la cuota femenina de los Renovadores por la Base en 1999 y como ella tenía poder en la Agrupación Socialista de Mediodía Sur, donde mandaba en la Ejecutiva junto a su marido, y no había muchas mujeres entre las que elegir, la pusimos en la lista. No hizo más méritos antes y no hizo ninguno después", recuerdan los dirigentes de su grupo. Eduardo Tamayo tenía su puesto garantizado pero estuvo a punto de perderlo. En noviembre de 2002, el Comité de Ética del PSOE recibió una denuncia de Enrique de Benedicto, el marido de Ruth Porta, una de las mujeres más odiadas por los Renovadores por la Base y que ejercía de secretaria de Política Institucional en la FSM. Porta se afanó durante sus años de concejal en destapar los casos de corrupción del gobierno municipal del PP y en atizar a cuenta de esos escándalos al alcalde José María Álvarez del Manzano. Apuntaba su marido, Enrique de Benedicto, la posible incompatibilidad de Tamayo, que cobraba un sueldo por su dedicación exclusiva a la tarea de diputado (cerca de 3.000 euros mensuales) y tenía una empresa inmobiliaria, llamada Losa Morilla, con 20.000 metros cuadrados en la sierra norte de Madrid.
Aznar llamó a Aguirre un día después del escándalo para decidir la estrategia del PP
El denunciado se vio obligado a presentar en 2003 una declaración de actividades adicional a la que hizo al tomar posesión de su escaño en 1999. Se le había olvidado contar lo de su inmobiliaria y ahora la Comisión del Estatuto del Diputado tenía que estudiar si era posible compatibilizar el negocio urbanístico con la actividad parlamentaria.
"Él iba contando por ahí que el PP le sacaría de aquel apuro. Y el caso es que le sacó", cuenta un socialista muy próximo a Tamayo.
En la comisión parlamentaria se encargó un informe a la letrada Esther de Alba, que indagó en el Registro Mercantil y descubrió que Losa Morilla carecía de actividad, por lo que en su informe avaló la compatibilidad de Tamayo. Al PP no le convenció y se pronunció en contra de ese diagnóstico. Pero en la votación final, el PP se abstuvo, igual que hizo IU. El PSOE votó a favor de Tamayo, que se libró de la condena. "Los socialistas nos estuvieron animando a declarar la incompatibilidad de Tamayo", asegura uno de los diputados del PP que participó en la comisión.
La portavoz del PP se quejó a su partido por la decisión de Gallardón de destituir a Cortés
En los días previos a aquella absolución del tránsfuga, María Teresa Sáez, la diputada silenciosa, se acercó al presidente de la Comisión del Estatuto, Antonio Hernández Guardia, del PP, para preguntarte por el caso Tamayo.
El PP niega ahora que ayudase a Tamayo a salir de aquel atolladero. "Cuando me expusieron el tema, planteé que no podíamos votar en contra del informe de la letrada, quien aseguraba que el negocio era compatible con el cargo", recuerda Miguel Ángel Villanueva, el entonces portavoz del PP: "Por eso nos abstuvimos, no hay más".
En este episodio y en otros ocurridos tras la fuga, se apoya el PSOE para asegurar que Tamayo robó el escaño sobornado por promotores inmobiliarios que entregaron su presa al PP que, a su vez, se aprovechó de los tránsfugas para controlar la Mesa de la Asamblea de Madrid.
"Eduardo Tamayo llevaba unos meses como volado. Su situación personal distaba mucho de ser estable. Tenía demasiados líos y se le veía descentrado", cuentan ahora sus próximos. Tamayo recurrió a muy pocas personas cuando salió corriendo de la Asamblea de Madrid con destino a Antena 3 para contar su primera teoría sobre la fuga: "El PSOE entrega a IU el 40% de la Comunidad de Madrid cuando IU sólo ha sacado el 8% de los votos". Luego cambió esta versión por una segunda: "El PSOE no ha cumplido los compromisos que los Renovadores por la Base alcanzamos con Rodríguez Zapatero para tener presencia en el futuro Gobierno". Y más tarde por una tercera: "El problema de la FSM está en Rafael Simancas y Ruth Porta".
Sus compañeros de Renovadores por la Base recuerdan, respecto a la primera teoría contraria al pacto con IU, que Tamayo siempre fue, en el grupo, el que defendió posiciones más a la izquierda.
ALIADOS DEL TRÁNSFUGA
Unos constructores del PP
En su fuga, Tamayo pidió ayuda al promotor inmobiliario Francisco Bravo, sobrino de otro promotor, Francisco Vázquez, que comparten un negocio floreciente en el suroeste de Madrid y unas relaciones políticas muy consolidadas en esa zona. Hasta el punto de que habían vendido una casa a su amigo Fernando Bastarreche, que fue presidente del PP en Móstoles y era director general en la Comunidad de Madrid; se habían afiliado al PP de Villaviciosa de Odón, donde tienen la sede social de su principal empresa, Euroholding, junto a sus mujeres y sus empleados sólo unos meses antes del congreso local, que ganó la actual alcaldesa.
En Arroyomolinos también ganaron dinero vendiendo parcelas para levantar viviendas. El ex alcalde de esa localidad, socialista, se hizo socio de los promotores inmobiliarios cuando dejó su cargo. Y por si fuera poco, sus contactos seguían creciendo. Francisco Bravo conocía "de dos bodas" a Ricardo Romero de Tejada, el secretario general del PP de Madrid, que "manda en todos los pueblos", según sus colaboradores. Con ese simple contacto, Bravo logró colar en la sede del PP a unos concejales independientes, que Romero de Tejada había expulsado unos años antes, para intentar un pacto que impidiera que el PSOE llegara a la alcaldía de Sevilla La Nueva. Los concejales populares se negaron y el acuerdo se frustró.
Arenas telefoneó a Ruiz-Gallardón para pedirle explicaciones por el cese de Bastarreche
Ése era el amigo de Tamayo, un promotor inmobiliario que gestionaba acuerdos políticos para dañar al PSOE y que conoció a Tamayo cuando ambos defendían intereses urbanísticos en Villaviciosa de Odón.
Bravo le pagó dos habitaciones de hotel y una sala de conferencias para que Tamayo y su compañera de escapada, Teresa Sáez, explicaran su traición.
En el PP aseguran que ignoraban las intenciones de Tamayo hasta que a las 10.20 del 10 de junio la diputada socialista Helena Almazán pidió un receso de 10 minutos por "un percance" y algunos empezaron a contar hasta que resolvieron el jeroglífico: "Sólo hay 45 diputados en el PSOE, faltan dos". Un día antes, el consejero de Trabajo, Luis Peral, había comido con el diputado socialista José Manuel Franco, quien le había comentado la inquietud que supone la formación de un Gobierno regional por las expectativas que genera y las frustraciones que acarrea en algunos. Peral asegura que Franco habló de Tamayo como un dirigente frustrado ante la posibilidad de que la consejería a la que aspiraba, Justicia, se la dieran al Fiscal de Madrid, Mariano Fernández Bermejo. Franco lo niega.
Ruiz-Gallardón cenó la noche anterior al escándalo en el restaurante Currito, en la Casa de Campo, y se encontró con Jordi García Candau, que fue director general de RTVE con el PSOE. Un comentario político cargado de escepticismo del alcalde de Madrid hizo que García Candau, al día siguiente, lo interpretase de un modo peligroso: "Ruiz-Gallardón lo sabía". Y así se lo contó a algunos socialistas. El alcalde, al conocerlo, le llamó para pedirle que no siguiera difundiendo esa versión porque no era cierta. Su comentario se refería a otra circunstancia. García Candau lo entendió así y admitió el malentendido.
Ricardo Romero de Tejada, el secretario general del PP de Madrid, también barruntaba algo: "Había oído comentarios, a veces jocosos, de que podía haber alguna actitud fuera, de propios compañeros que habían oído. Nada serio y además inverosímil. No hice caso de esos comentarios".
El diputado Regino García-Badell Arias, "hacedor de discursos", amanuense de letra esmerada y clara, y ayudante de Esperanza Aguirre desde hace tiempo, cogió unas cuartillas con el encabezamiento de Tertulias Hispano Británicas y comenzó a garabatear el discurso de la futura presidenta de la Asamblea de Madrid, Concepción Dancausa.
Es una de las pruebas que esgrime el PP para demostrar que no sabían nada y que tuvieron que improvisar sobre la marcha. Hasta José María Aznar dudaba de que el PP no supiera nada y llegó a preguntar: "¿Llevaba el discurso preparado Conchita [García Dancausa]?".
Con dos diputados menos en las filas del PSOE, el PP planificó su estrategia en sólo 24 horas. El 11 de junio por la tarde, Esperanza Aguirre viajó en el coche de sus escoltas hasta el palacio de la Moncloa para hablar con el presidente, José María Aznar, que había recibido por la mañana a Alberto Ruiz-Gallardón. De entre las tres posibilidades que se barajaron, Aznar descartó las dos primeras:
- Que Esperanza Aguirre intentase ser investida presidenta aprovechando la desaparición de los dos tránsfugas.
- Que el PP regalase la investidura a Rafael Simancas comprometiendo que dos de sus diputados no votarían o se abstendrían para dejar al portavoz socialista la presidencia. A partir de ese momento, el PP recuperaría sus 55 votos y el PSOE debería recuperar los de los dos tránsfugas si quería gobernar con tranquilidad.
El PP optó por una tercera vía: impondría sus 55 votos en todas las votaciones. El problema era del PSOE, y los populares no iban a resolvérselo.
Las salpicaduras de la trama de los tránsfugas empezaban a manchar al PP. En Villaviciosa de Odón, tras destapar la cadena SER que los promotores Bravo y Vázquez se habían afiliado al partido en vísperas de un congreso local, se les pidió que suspendieran su militancia. Pero la dirección nacional corrigió el tiro y mantuvo a esos promotores, dedicados en sus ratos libres a las componendas políticas, en las listas de afiliados. "No hay nada contra ellos", se cansó de decir el secretario general, Javier Arenas. Un abogado, José Esteban Verdes, afiliado al PP, marido de la concejal del PP en Madrid, Paloma García Romero, ex viceconsejera de Presidencia del Gobierno de Alberto Ruiz-Gallardón, entró en escena. Era amigo de Tamayo, y según muchos dirigentes populares, "presumía falsamente por ahí de tener amigos en el PP con capacidad de influir". Habló con el tránsfuga antes, durante y después de la fuga. Y a la vez, con Ricardo Romero de Tejada.
EL MALESTAR DEL PP
Gallardón nombra Gobierno
En días de revelaciones, Ruiz-Gallardón destituyó el 14 de junio a la mitad del Gobierno regional en funciones aunque se mantuvo de presidente. Entre los caídos estaba Luis Eduardo Cortes, que ahora, como portavoz adjunto, trabaja muy cerca de Esperanza Aguirre. La portavoz popular llamó a Arenas -le llama casi todos los días desde que comenzó la crisis- para quejarse de Ruiz-Gallardón. Y llamó a Ruiz-Gallardón, para quejarse también por la destitución de Cortes y por la continuidad del alcalde como presidente en funciones.
El malestar de Aguirre se extendió como la pólvora a Javier Arenas y los colaboradores de Aznar en el palacio de la Moncloa, que saltaron cuando Alberto Ruiz-Gallardón decidió destituir a Fernando Bastarreche por mentir al ocultar que había recurrido al constructor Francisco Bravo, el amigo de Tamayo, para reservar una suite nupcial en el hotel Santo Mauro para Verdes y su esposa.
Ruiz-Gallardón no consulta ni llama todos los días a Javier Arenas. El secretario general del PP le llamó para pedirle explicaciones, Ruiz-Gallardón se las dio y Arenas entendió la destitución. Los dirigentes del PP, después, se dedicaron a descalificar la decisión de Ruiz-Gallardón porque "había servido en bandeja al enemigo [el PSOE] la primera víctima de la inexistente trama de Madrid". En el lodazal provocado por los tránsfugas, el PP empezó a difundir noticias sobre las batallas internas en el PSOE. "Felipe González está pactando con Balbás para que los tránsfugas entreguen sus actas", proclamaba uno de los colaboradores de Aguirre. Otro incorporaba nuevos datos: "Simancas dejará su puesto a Inés Alberdi para que Tamayo vote la investidura". El PSOE, ante el ruido, confirmó a Rafael Simancas: "El 9 de septiembre será proclamado de nuevo candidato", anunció el secretario federal de organización, José Blanco.
¿Y mientras?
"A buscar la trama. Estamos convencidos de que Tamayo y Sáez cobran de promotores inmobiliarios pero nadie en el Gobierno ha querido mover un dedo para que se investigue en condiciones", afirman fuentes socialistas.
En la Asamblea de Madrid, el próximo jueves comienza la comisión de investigación, un juicio a Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez con unos testigos invitados -los constructores Bravo y Vázquez, el abogado Verdes, ex alcaldes socialistas, Ruth Porta y su marido, y algunos más- que pueden negarse a declarar. La instrucción no ha existido porque el Partido Popular ha negado la posibilidad de pedir documentación que podría aclarar lo ocurrido. Lo ocurrido es el mayor golpe político al PSOE desde que José Luis Rodríguez Zapatero lidera el partido.
Tamayo lo justifica así: "Cuando llegas a una situación de éstas, es que estás desesperado desde el punto de vista político".
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