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El gran 'tapado'

Desde que París y Londres se decidieron a aspirar a la organización de los Juegos Olímpicos de 2012, uniéndose a Nueva York, la primera gran ciudad que se presentó, las tres han sido las candidatas que se barajan en el ancho mundo como máximas favoritas. Madrid lo hizo antes, pero nadie parece acordarse de ella. Sus tres principales enemigas no dejan de ser las representantes de las máximas potencias mundiales, y por algo se dice. Las elecciones olímpicas han dado históricamente sorpresas, pero no son loterías. Ninguna ciudad de Tercera División será jamás sede. Pero entre las de Primera no es oro todo lo que reluce, y en el río de revuelto de intereses olímpicos Madrid puede tener mucho que decir. Debe vender un buen proyecto y aprovecharse luego de otros factores que aún influyen en el olimpismo.

Jacques Rogge, el presidente del COI, no tiene más remedio que mantener la teoría de que en la historia olímpica siempre han ganado las mejores aspirantes, e incluso defiende la maestría y sensibilidad de los miembros para decidir. Pero es algo tan discutible como incluso falso. Por ejemplo, si Atenas no estaba preparada para ganar en 1996 tampoco debía estarlo para 2004, salvo que se le debiera resarcir del disgusto anterior. Y sólo por eso ganó, pues ya se está viendo, con el desastre de sus retrasos en las obras actuales, que no había mejorado.

La geoestrategia

Este detalle, entre otros muchos, sirve para desmontar cualquier teoría de que los triunfos se deben sólo a la calidad en los informes. Existen otras circunstancias, como la regla no escrita, pero seguida, de rotar por continentes las sedes; su no repetición, o las garantías de seguridad y económicas. Todas son importantes y, a veces, sobre todo para los descartes, decisivas. Y sólo París parece estar más libre de problemas. Para empezar, no está en guerras ostentosas y es la gran rival. Pero en un mano a mano, hasta Madrid podría salir beneficiada de otro factor clave e interno: el variopinto grupo de miembros votantes con discutible capacidad aún para decidir sobre los informes sin dejarse influir por la geoestrategia. Desde siempre han estado muy orientados a decantarse por zonas: anglosajona, hispana o asiática. Lo francófono es lo que menos ha funcionado, y ya se vio con Barcelona y Pekín, victoriosas sobre París para 1992 y 2008.

Por todo ello, Madrid es el gran tapado. Mucho más para la prensa que para los miembros, los que de verdad deciden con sus votos. Y el poder hispano es una gran realidad en el COI que también puede empujarla ante los problemas de los demás. Lo que necesita ante el primer examen de enero -y tiene mimbres-, es presentar un proyecto de mínimos que le permita seguir con ambiciones en la pelea con las grandes rivales. Después, en la lucha final, e incluso antes, cuando se destapen más los factores tácticos, cualquier cosa puede pasar.

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