En defensa de los centros concertados
Aludiendo al artículo de Joan Subirats ¿Sin novedad en el frente educativo?, del pasado 12 de julio, me gustaría manifestar que resulta sonrojante que la reflexión sobre educación en este país siempre acabe con la demonización de los centros escolares concertados.
Creo que es obligación de los intelectuales progresistas matizar, puntualizar y analizar (ya que los partidos progresistas nos vienen demostrando que, atenazados por el electoralismo, son incapaces de hacerlo) y, por tanto, reconocer que los centros concertados elitistas son una minoría, que hay muchos centros (los cooperativos, pongamos por caso) que son un ejemplo de buena gestión, transparencia, participación e integración educativa.
Joan Subirats hace referencia a los "hombros fatigados de docentes y profesionales". Imagínese cuán fatigados deben de estar los hombros de los docentes de las escuelas concertadas, que además de soportar las incoherencias de la Reforma y las agresiones de la Contrarreforma (LOCE), debemos seguir haciendo diariamente nuestro trabajo -y muy bien, por cierto- de servicio público, oyendo como, de forma incesante, nos menosprecian, nos difaman y ponen en cuestión nuestro puesto de trabajo.