Quiero ser como Petacchi
Sí, ya sabes, yo no quería venir al Tour, prefería la Vuelta, no se que tiene esa carrera, pero me gusta. Luego, pues bueno, poco a poco me fui convenciendo de por qué no podía ir al Tour. No sé, más que nada por confirmarme, porque la gente habla demasiado, y no me gusta lo que dicen: vale, ha ganado seis etapas en en Giro, pero ninguna en el Tour; allí es donde hay que ganar para ser un grande. Hablé con Ferretti, mi director, y llegamos al acuerdo de que para todos sería mejor que yo estuviese aquí, así que cambié de idea y me convencí de que podía ser un sprinter de los de verdad, de los del Tour. En cierta manera estaba cayendo en la trampa de aquellos que me criticaban. Pero ahora mismo estoy encantado con aquella decisión. Venía con miedo a esta carrera austriaca, porque aquí se va muy pero que muy rápido, y llegaba sin competición desde el Giro, y el cambio era muy brusco, pero ahora he olvidado esos miedos. Ahora sí que soy un verdadero sprinter.
Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con una victoria. Hay que ser sprinter para sentir esto, es una experiencia vetada para los demás. Esa suficiencia y esa potencia que hacen que en dos pedaladas esté todo hecho. Hoy mis lanzadores habían quemado sus balas a 500 metros, así que me limité a posicionarme bien aprovechando el trabajo de los otros. Paciente paciente, que esa es la mayor virtud de un sprinter, esperé mi distancia teniendo cuidado de no quedarme nunca encerrado. Y cuando llegó el momento me levanté sobre la bicicleta, y me concentré en mis dos piernas, todo fibra rápida. Derecha-izquierda y ya había ganado, así de fácil. Continué pedaleando, pero ya solo tenía que mantener la inercia de aquellos dos pistonazos brutales. ¡Qué gusto! ¡Si pudiese explicar a la gente lo que es ésto no tendría palabras, quedaría como un idiota en el intento! Además, tampoco tengo tiempo que estoy corriendo, así que prefiero que lo hagan otros por mí, tú por ejemplo.
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