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Caetano Veloso se presenta como cantautor solitario y seduce a 5.000 espectadores en la Feria de Valencia

Lo que consigue Caetano Veloso, a sus más de 60 años, sería el ideal del cantautor. Con la guitarra como única compañía, el coloso brasileño logró mantener en una atención casi religiosa a las cerca de 5.000 personas que abarrotaban los Jardines de Viveros el pasado martes. Hasta los grillos parecieron enmudecer y los asistentes terciaban con un "¡chissss!" a quienes en los márgenes de la explanada osaran hacer comentarios de lo que allí acontecía. Nadie quería perderse un matiz del rosario de canciones que Veloso fue desgranando a lo largo de más de hora y media, de los textos poéticos que acariciaba al cantar, de las filigranas vocales que generaba sin esfuerzo aparente, de ese todo armónico que con su actitud relajada y atenta, en la dócil compañía de la guitarra y sin un gesto gratuito que desviara la atención de la música, reflejaba su solitaria figura en medio de un escenario de unos quince metros de ancho.

Fue una ceremonia cálida y demostrativa del magnetismo espectacular del artista bahiano, que tal vez por eso mereciera el apelativo de "encantautor". Algo parecido podrían decir las 3.500 personas que el domingo asistieron al concierto que ofreció en Benidorm, pero quienes fueron testigos de ambos conciertos aseguran que el de Valencia fue más cálido si cabe. Sólo los dos primeros temas parecieron de necesario calentamiento para controlar la situación. Los primeros "¡ooooh!" de regocijo partieron de las butacas con las notas de la suave bossa Coraçâo vagabundo y desde ese momento Caetano Veloso tuvo al auditorio en el bolsillo. En medio, pocos comentarios, los justos para demostrar un sentido del humor tan fino como la estampa del veterano intérprete brasileño, y todos relacionados con temas transfronterizos: la soledad de la lengua portuguesa en el país más grande de Latinoamérica: "Una tontería histórica", ironizó. Pero se mostró generoso con el castellano, no sólo al hablarlo, también al cantar Cucurrucú Paloma, puro delicatessen en su boca, y otras piezas del legado hispano, incluido el tango: ¡qué locura la de los argentinos, qué cosas dicen!, bromeó también. El público esbozó coros en algunas canciones, como Menino do Rio, pero fue ya al final cuando, tras la avanzadilla de la colonia brasileña coreando en las primeras filas el estribillo de A luz de Tieta, acabó poniéndose en pie, para solicitar después uno y otro bis. Veloso fue generoso. Ofreció Terra y otras cuatro gemas de su repertorio en una despedida más que calurosa.

Con el concierto de Bill Wyman concluía anoche el paso de los pesos pesados por la Feria de Julio de Valencia. Veloso ha batido todos los records de asistencia, ya que King Crimson logró un tercio de entrada, dos tercios Pretenders, media entrada Elefteria Arvanitaki y Lou Reed el aforo más aproximado al del brasileño.

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