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Reportaje:TOUR 2003

La estrella es Hamilton

Mientras sigue en carrera con dos fisuras de clavícula, el americano rueda una película sobre el poder de la mente

Carlos Arribas

El Tour es un plató y Tyler Hamilton es la estrella. Y no es una metáfora, sino la pura realidad. A la entrada del villag, plantado en el centro de la plaza ducal de Charleville-Méziers, una especie de plaza de los Vosgos parisina, a la sombra de la estatua de Carlos Gonzaga, se mueve un enorme artilugio. Es una grúa de cine. Los técnicos prueban y comprueban, tiran del contrapeso, hacen volar la cámara, ensayan panorámicas y trávelins. Mientras la plaza, lugar de partida de la tercera etapa, va saturándose lentamente de autobuses, coches de equipos, bicicletas, turistas, ciclistas y periodistas, una mujer menudita no se mueve de una esquina. De la mano lleva una correa. Al final de la correa, hay un perro, un dorado golden retriever. La mujer se llama Haven Hamilton. El perro, Tugboat (Remolcador). Están ahí, como los colegas del top manta, para dar el queo. Que viene, que viene. Quien llega, perezosamente tomando la curva de entrada, es el autobús del CSC. Dentro viaja Tyler Hamilton, el marido de Haven, el protagonista de la película, el protagonista del Tour. La estrella.

Era esquiador, pero hace unos años se partió un par de vértebras con una bicicleta de montaña
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Haven se mueve, Tugboat también. La grúa y un tipo con pelo gris y gorra del Tour que se llama Bayley Selleck entran en acción. "La película se llama Brain Power (El poder del cerebro) y se rueda con apoyo de la industria farmacéutica", explicaba ayer en el diario Aujourd'hui Selleck. "Es más un film educativo, un documental, que una película de ficción, y la realizamos con formato Imax, para ser exhibida en pantallas esféricas. Trata de explicar las reacciones del cerebro de un ciclista durante una carrera, sometido a una gran presión y a situaciones de estrés, fatiga y dolor".

Dolor. Si se trata de dolor, hablen con Hamilton. El ligero ciclista de Massachussets -nació en Marble Head y por eso le llaman the boy from marble head (el chico de la cabeza de mármol y la clavícula de cristal)- es un especialista en el asunto. Antes era esquiador, pero hace unos años se partió un par de vértebras entrenándose con una bicicleta de montaña y tuvo que cambiar de oficio. Se hizo ciclista. Se fue a vivir a Colorado, se casó con Haven y se puso al servicio de Lance Armstrong en el US Postal. Destacó rápidamente. No sólo por sus cualidades escaladoras sino por su capacidad de llevar su esfuerzo a ese umbral que está más allá del dolor, a ese lugar al que pocos se atreven a llegar. Con Armstrong no se llevaba mal -el tejano le premiaba su devoción en el Tour ayudándole a ganar la Dauphiné Libéré, por ejemplo-, pero Hamilton, de 32 años, tenía ideas propias. Y capacidad de sufrir para alcanzarlas. Se convirtió en el líder del CSC, un equipo danés dirigido por Bjarne Riis, el hombre que ganó el sexto Tour de Indurain, y se fue a correr el Giro para intentar ganarlo. Terminó segundo. No lo ganó porque se rompió la clavícula en la quinta etapa y sin saberlo siguió corriendo, preguntándose cada día porque volvía el dolor después de que se pasara el efecto de la lidocaína que se infiltraba. En esas condiciones no podía correr el Tour, así que dejó su objetivo vital para el año siguiente. Pero antes de que comenzara 2003, una nueva caída le quebró la otra clavícula, la derecha. El año comenzó perfecto, sin embargo. En abril ganó la Lieja-Bastogne-Lieja, la clásica con la que sueña todos los hombres que aman las carreras por etapas, y en mayo el Tour de Romandía. Llegaba al Tour perfecto. Todo le iba bien por primera vez en su vida hasta que en la primera etapa se volvió a romper la clavícula. Y con ella rota -o con dos fisuras, dicen- sigue corriendo.

"Ha luchado tanto para estar bien en el Tour que por eso se niega a abandonar", dice su mujer en un potable español -viven en Girona, como Armstrong-. "El médico le ha dicho que tiene que estar 20 días inmovilizado, pero él aguantará hasta que no pueda más, y eso es mucho más de lo que él cree. Sabe que no podrá ganar el Tour, pero no le importa".

La unidad de rodaje de la película ha llegado desde Estados Unidos. Su desplazamiento ha costado muchos dólares. Si Hamilton abandonara muy pronto, la productora perdería bastante. "Pero no", se inflama Haven Hamilton. "Tyler sigue por el equipo, por sus compañeros. Aunque sí, aunque desplazar a toda la unidad sea muy caro. Pero no sigue por la película. Seguro".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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