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DERMATOLOGÍA

La tortura de vivir siempre sudando

El exceso de sudor empezó en los pies, luego se extendió a las manos y las axilas. No podía hacer una vida normal, tenía que ponerme guantes de cuero para conducir y se me resbalaban la mitad de las cosas de las manos".. Quien así habla es un joven de 24 años, estudiante de ingeniería técnica informática, a quien le cambió la vida a los 15 años, cuando empezó a sufrir hiperhidrosis.

No es una dolencia extraña. Entre el 0,5% y el 1% de la población padece hiperhidrosis localizada, una enfermedad que se manifiesta por exceso de sudoración en manos, pies, axilas y rostro y que puede llegar a condicionar gravemente la vida de los pacientes. Con frecuencia, estos enfermos se avergüenzan de sufrir este trastorno, esconden la mano para saludar y no se quitan la chaqueta. De las dos opciones terapéuticas que mejores resultados ofrecen, la quirúrgica y la administración de toxina botulínica, en España sólo se aplica de forma generalizada la primera.

Un 30%-60% de los operados sufre hipersudoración compensadora

El joven estudiante de ingeniería, que prefiere mantener su nombre en el anonimato, es testimonio del sufrimiento que acarrea esta dolencia. Acudió a distintos especialistas tanto de la medicina natural como de la tradicional y probó casi todos los productos existentes. Hace cuatro años se enteró de que existía una intervención quirúrgica que hacía desaparecer este problema, y se operó. Este muchacho, que, junto con otros compañeros, está tramitando la creación de la Asociación Española del Sudor Excesivo, manifiesta que si hubiera valorado mejor los efectos secundarios no se habría operado.

"Cuando supe que una operación eliminaba la hipersudoración, sólo pensé en las ventajas. Hoy, el sudor de las manos ha desaparecido y el de las axilas ha disminuido, pero se mantiene el de los pies, y sudo de la misma manera o más que antes por la espalda y por el abdomen. Todos los días tengo que embadurnarme el tórax con un antitranspirante de cloruro de aluminio, y en verano me da vergüenza salir a la calle porque enseguida tengo la camiseta calada".

El exceso de sudor no va unido necesariamente a la bromhidrosis o mal olor, sino que ésta aparece cuando el sudor se descompone. "La causa más frecuente de descomposición del sudor surge por la presencia de gérmenes en el poro sudoríparo", explica Castells. "El mal olor aparece también porque junto con el sudor se eliminan ciertos alimentos, vitaminas, medicamentos y otras sustancias que el organismo no puede eliminar por sí mismo".

Si vivir con hiperhidrosis puede significar, a veces, pérdida de autoestima, pasar vergüenza o aislamiento, los tratamientos disponibles ofrecen escasas opciones terapéuticas y en la mayoría de los casos no resuelven el problema o lo traslada a otras zonas del cuerpo.

El primer paso, antes de acceder a una valoración quirúrgica, es la aplicación de sales de aluminio. Esta terapia, que se administra diaria o semanalmente, reduce el sudor pero es molesta y puede producir dermatitis de contacto o alergia. Otra alternativa es la utilización de fármacos con acción anticolinérgica, que, aunque disminuyen el sudor, generan numerosos efectos secundarios y el paciente los rechaza.

La intervención quirúrgica, en la que se seccionan los nervios de las glándulas sudoríparas de las zonas en las que existe hiperhidrosis localizada (manos, axilas e incluso la cabeza para cuando existe rubor o hipersudoración facial) es uno de los tratamientos más eficaces. Se realiza con anestesia general y el paciente permanece un día hospitalizado. Uno de los efectos secundarios más frecuentes es la hipersudoración compensatoria, que elimina el sudor de las manos pero lo traslada a otras zonas del cuerpo como abdomen, pecho, piernas o espalda.

"Los resultados de la intervención, por lo general, son excelentes y el índice de satisfacción de los pacientes ronda el 98%. Sin embargo, no podemos ignorar que esta operación acarrea los riesgos de cualquier intervención quirúrgica y, además, presenta otra serie de efectos secundarios. Está comprobado que entre el 30% y el 60% de los operados sufre hipersudoración compensatoria, y existe otro 2% en el que este trastorno se convierte en un problema más serio", indica Joaquín Pac Ferre, jefe de sección de Cirugía Torácica del hospital de Cruces de Bilbao.

Este experto hace hincapié en que aunque el porcentaje de hipersudoración compensatoria es elevado tras la operación, el paciente vive mejor la hiperhidrosis, que, con el tiempo, disminuye. "Generalmente, el paciente prefiere que no le suden las manos aunque le suden un poco más otras zonas del cuerpo", explica.

El otro tratamiento que ofrece resultados similares es la toxina botulínica. Esta terapia exige un perfecto manejo del especialista y adecuar exactamente la dosis al paciente, ya que puede provocar importantes efectos secundarios cuando se administra en dosis elevadas. La toxina botulínica se comercializa en inyectables, suele ser un tratamiento molesto y doloroso, y exige anestesia local. El efecto de desaparición del sudor dura entre 3 y 14 meses y no presenta el riesgo de hipersudoración compensatoria.

Los expertos reunidos en el XXXI Congreso Nacional de Dermatología y Venereología, celebrado recientemente en Bilbao, destacan que, a pesar de que la simpatectomía tiene un efecto antihidrótico mayor y más persistente que la toxina botulínica, éste es más seguro y consigue resultados aceptables para la mayoría de pacientes.

Entre el 0,5% y el 1% de la población padece hiperhidrosis localizada.
Entre el 0,5% y el 1% de la población padece hiperhidrosis localizada.JOAN SÁNCHEZ

Tres tipos de glándulas sudoríparas

El sudor es un mecanismo que contribuye a la termorregulación del cuerpo y que se realiza mediante tres tipos de glándulas sudoríparas: ecrinas, apocrinas y apoecrinas. En una persona sana, y a una temperatura ambiental de hasta 25 o 30 grados, el calor que genera el organismo se va liberando poco a poco al ambiente por irradiación. Cuando la temperatura exterior del cuerpo es superior a 25 o 30 grados o se hace ejercicio físico, se pone en funcionamiento otro sistema: el de las glándulas sudoríparas ecrinas, cuyas células se encargan de captar el líquido del plasma sanguíneo y eliminarlo a través de los poros sudoríparos de la epidermis con el objetivo de equilibrar la temperatura.

"Existen unos sensores situados en la base del cerebro que, al bañarse en la sangre a una temperatura que ellos consideran excesiva, automáticamente envían un estímulo a las glándulas ecrinas mediante el sistema nervioso simpático autónomo, que no depende de la voluntad de la persona. A veces, y no se sabe muy bien por qué razón, se produce una estimulación constante y anómala de las fibras nerviosas simpáticas que inervan las zonas donde aparece la hiperhidrosis localizada", explica Antoni Castells, jefe de Dermatología del hospital Vall d'Hebron de Barcelona.

Las glándulas apocrinas, situadas en la zona genital y las mamas, tienen una estructura y función distintas a las ecrinas; eliminan una especie de secreción que contiene feromonas y dan lugar a un tipo de sudor mucho más espeso, blanquecino y rico en fragmentos celulares que impregnan el vello. La inflamación de estas glándulas produce un trastorno muy frecuente, conocido como hidrosadenitis o golondrinos. A veces son dolorosos, pueden llegar a supurar y hay que operarlos.

Finalmente, las glándulas apoecrinas son un tipo intermedio de glándulas sudoríparas descritas recientemente y poco conocidas, situadas en la axila.

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